En la
mente de mi esposa retumbaban como melodía las palabras de Esteban, su
compañero de trabajo. “Eres hermosa” “Eres una diosa” “tienes un cuerpo perfecto”
“Me gustaría acariciarlo” “´Cuantas ganas tengo de hacerte feliz”. Se las había
repetido, casi desde que se conocieron dos años atrás y hace apenas tres meses,
él se atrevió a darle un beso, que ella no rechazó y desde entonces comenzó una
relación de noviazgo, ahora se encontraba en la disyuntiva de dar el siguiente
paso o no. Tener relaciones sexuales con él.
Llevamos 23 años de
casados, y fue el 12 de febrero de 2014, cuando ella decidió ponerme los
cuernos con su compañero de su trabajo. Fue una decisión totalmente de ella y
algo que pudo haber sido la causa del final de nuestro matrimonio, terminó
siendo la experiencia más erótica que hemos vivido.
Nuestra vida matrimonial
había sido extraordinaria, al inicio de ella, nuestros ímpetus juveniles nos
llevaron a intentar conocer formas alternativa para disfrutar nuestra
sexualidad, comenzaba el movimiento swinger y la curiosidad nos hizo querer
conocerlo. Fuimos a bares y clubes, conocimos parejas, pero finalmente no se
dio nada. El ambiente lleno de personas que tratan de aprovecharse nos hizo
desistir de nuestro intento de experimentar algo diferente, aunque
fantaseábamos mucho. Después llegaron los hijos y definitivamente nos olvidamos
del tema.
En medio
de una crisis en nuestro matrimonio, y después de tres meses de noviazgo con Esteban, mi esposa decidió tener relaciones sexuales con él.
Esteban era su compañero de su trabajo y llevaba varios meses asediándola y
pidiéndole tener una relación. Yo sabía de esa situación porque mi esposa me lo
comentaba cada vez que él le hacía alguna propuesta y le deba algún regalo, aunque nunca pensamos que la situación fuera a dar para más.
Durante varios días, noté
que mi esposa pasaba mucho tiempo chateando con alguien, en un principio no me
sorprendió, ya que sabía que a veces lo hacía con sus hermanos o alguna amiga,
sin embargo, comencé a notar que, durante la noche, se pasaba largas horas
haciéndolo, incluso a veces durante la madrugada.
Una vez, mi esposa dejó
su teléfono sobre la mesa mientras ella se bañaba, fue entonces cuando entraron
algunos mensajes de texto, en un principio no les tomé importancia, pero en un
momento dado al pasar junto a la mesa, alcancé a ver que era un mensaje de
Esteban, su compañero de trabajo y la palabra amor.
Fue cuando levanté el teléfono
y abrí el chat. Había varios mensajes de Esteban hacia mi esposa diciéndole frases
de amor, al continuar leyendo la conversación, me di cuenta que se habían
puesto de acuerdo para ir a coger el martes siguiente.
Mi reacción fue de
sorpresa y enojo, cuando ella salió del baño, discutimos al respecto, y ella me recordó “Cuando querías que
fuéramos swinger no te importaba que yo cogiera con otro, ¿Por qué ahora que yo
lo he decidido si te molesta”? No supe que contestar, ella tenía razón.
Finalmente estuve de acuerdo con ella y acepté que fuera a coger con Esteban.
Fue precisamente un 12 de
febrero de 2014 cuando mi esposa me hizo oficialmente cornudo. Se fue todo un
día con él y cogieron muchas veces y desde ese día, mi esposa no volvió a ser
la misma. Se volvió una mujer más decidida y segura de lo que quiere. Mi
cornamenta siguió creciendo, llenando nuestra vida de pasión y erotismo. Esta
es nuestra historia.