012.- LA PROPUESTA


Cuando mi esposa abrió los ojos, la luz del nuevo día apenas entraba por las gruesas cortinas de la ventana. Ella misma percibió el aroma a semen y sexo que emanaba de su cuerpo. A su lado, yacía Esteban totalmente desnudo y sin cobijas encima. Su pene aún flácido, parecía tener una gran fuerza. Ella se sonrió al recordar lo sucedido y meneo su cabeza de manera negativa como diciendo “cómo fue posible”.

Tomó su teléfono, vio que eran las 11:15 de la mañana y que había varios mensajes que decidió ignorar, buscó mi perfil y me mandó el siguiente mensaje “Hola, buenos días, perdón que ayer ya no te di las buenas noches, ni a los niños. Me acabo de despertar, te imaginaras como estuvo todo, espero todo esté bien en a casa, besos, te amo”. Se levantó de la cama y se dirigió al espejo para quitarse todo el maquillaje que la noche anterior no había retirado.

A los pocos segundo, Esteban se despertó y después de desperezarse, se quedó observando la hermosa desnudez de mi esposa. Se levantó y se colocó detrás de ella y le dio los buenos días, ella volteó su cara y se besaron tiernamente.

Mi esposa decidió bañarse. En realidad, no le apetecía salir de la habitación con el olor a sexo y semen por todo el cuerpo, así que entró al baño y abrió a la regadera. Inmediatamente entró Esteban. Se enjabonaron mutuamente y se enjuagaron y en un momento ya estaban besándose de nuevo. Las manos de Esteban comenzaron a recorrer el cuerpo de mi esposa y una se detuvo en su vagina, ella trató de retirarla, pero el insistió sin dejar de besarla. Sus labios descendieron hasta encontrar los senos de mi esposa, llenándolos de besos y mordisqueándolos. Mi esposa bajó su mirada y vio que, sorprendentemente, la verga de Esteban estaba tiesa. Ella se rio y le dijo “Que de plano tu no tienen llenadera” y el le dijo “contigo cogería todo el día todos los días y volvió a besarla.

Esteban hizo que mi esposa se volteara de espaldas y se apoyara en la pared y así de pie entre el agua, introdujo su larga verga en la húmeda vagina de mi esposa. El no dejó de besar su cuello y hombros, mientras ella arqueaba su cuerpo para recibir la mañanera penetración, hasta que finalmente Esteban no se contuvo y dejó escapar lo que le quedaba de semen en el cuerpo de mi esposa. Ella volteó y se siguieron besando. 

Salieron del baño y ambos se arreglaron. Mi esposa se puso vestido corto que había llevado de reserva, mientras que esteban solo se puso el pantalón del traje que había vestido y una camisa limpia.

Antes de salir de la habitación, Esteban la volvió a tomar de la cintura y le dijo “Gracias por este bello momento, te juro que nunca lo olvidaré”. Ella se sonrió y le dijo, “Yo tampoco lo olvidaré, ten en cuenta que eres el segundo hombre en mi vida”, el le contestó “Y espero que el último” a lo que ella riendo, le dijo “Pues con esto que he vivido, no estés tan seguro, mi esposo estaba convencido de que él sería el único y mira donde estoy ahora”. Ambos se rieron y nuevamente se fundieron en un largo y cálido beso.

Finalmente salieron de la habitación y del hotel tomados de la mano, caminaron un rato en lo que decidían que harían. Ya pasaban del medio día así que decidieron ir a almorzar algo ligero. Se dirigieron al restaurante, Esteban siempre atento con ella y mi esposa agradeciéndole las atenciones.

Mientras almorzaban, platicaron de muchas cosas, y ya casi para terminar mi esposa le dijo “Oye ¿te gustaría que mi esposo nos acompañara?”, Esteban casi se atraganta y abrió los ojos muy sorprendido “¿Queee?”, preguntó a su vez. “¿Qué si te gustaría que mi esposo nos acompañara una vez, que estuviera con nosotros?” pregunto mi esposa. “Como crees, claro que no” contestó Esteban, “Entonces yo creo que ya no voy a poder salir contigo”, dijo mi esposa; “¿Pero porque, que se traen?” preguntó Esteban y mi esposa le respondió “Como te dije al principio, todo esto es parte de una fantasía, muy rico y todo, pero una fantasía. Yo misma me saqué de onda cuando mi esposo me lo propuso, pero pues he estado pensándolo bien y así como tenía mis dudas para pasar el fin de semana contigo y todo ha resultado fenomenal, creo que, si mi esposo nos acompaña, también la pasaríamos muy rico”. “Pues no se” contestó Esteban, “eso ya es mucho para mí”. “Pues piénsalo,” le dijo mi esposa, “si ya no hay fantasía, creo que poco podríamos hacer”. Esteban se quedó callado.

Cuando terminaron el almuerzo, decidieron ir a pasear por la zona de la Alameda central, visitaron algunas plazas comerciales, y ahí Esteban le compró a mi esposa algunas cosas, como aretes, pulseras, una blusa. Caminaban tomados de la mano, como si fueran auténticos recién casados y frecuentemente se detenían y se daban largos besos apasionados, un detalle que mi esposa y yo habíamos dejado de hacer hace mucho tiempo y que incluso fue parte del conflicto que inició toda esta aventura.

Ya entrada la tarde, decidieron volver al hotel y en el camino Esteban sugirió que en lugar de bajar a comer o cenar, pidieran un servicio al cuarto, mi esposa asintió y le dijo “Si porque después de coger contigo, me da mucha hambre” Esteban solo se sonrió.

Al entrar a su habitación, nuevamente se abrazaron y comenzaron a besarse. Esta vez Esteban decidió ser mas delicado, mas como mi esposa estaba acostumbrada y dejó de lado, al menos por ese rato, el arrebato y la pasión fúrica. Hizo que ella se diera la vuelta y mientras besaba el cuello de mi esposa, comenzó a deslizar el vestido por entre sus hombros y brazos.

Sin dejar de besarla, la liberó del sostén dejándolo caer y deteniendo los pechos de mi esposa con ambas manos. Siguió besando el cuello y los hombros de ella mientras sus manos acariciaban las tetas de mi esposa, prodigándole leves pellizcos en los pezones que le ocasionaban ligeras descargas eléctricas.

Rápidamente, sin dejar de besar hombros y cuello de mi esposa, Esteban se despojó de su camisa pantalón y bóxer, quedando completamente desnudo detrás de mi esposa. Apoyó su cuerpo contra el de ella, quien al sentir la dura verga sobre sus nalgas todavía cubiertas por la breve panty, lanzó su cuerpo hacia atrás para tener aún mayor sensación.

Esteban poco a poco fue bajando por el cuerpo de mi esposa, llenando de besos sus brazos y su espalda hasta llegar a las nalgas de mi esposa, quedando él de rodillas. Bajo las pantys de mi esposa y pasó su lengua por cada una de las bellas redondeces, dando ligeros mordiscos a cada una de ella mientras sus manos sujetaban a mi esposa por la cadera. De pronto, la lengua de Esteban comenzó a deslizarse por la línea que divide los glúteos de mi mujer. Al sentir la caricia, ella pegó un ligero respingo y cerró los ojos para disfrutar la caricia. 

La lengua de esteban pasaba de ida y regreso por entre las nalgas de mi esposa hasta que las tomo con ambas manos y las abrió lo mas que pudo, posando su lengua en el aún dilatado ano de mi esposa. Ella con sus manos ayudó a Esteban a que la apertura se hiciera un poco más grande, quería sentir a plenitud esa caricia, la disfrutaba. La lengua de Esteban entraba y salía del ano de mi esposa, lamía el borde del hoyuelo y volvía a entrar. Ella arqueaba la espalda, parando las nalgas para que la sensación fuera mas profunda, mientras con una mano comenzaba a acariciar su ya erecto clítoris.

Esteban hizo que mi esposa volteara, siguiendo él de rodillas, comenzó a besar sus labios vaginales, pasando su lengua por el hinchado clítoris ocasionándole a mi esposa oleadas de placer, hasta que finalmente tuvo un orgasmo. Esteban quitó por completo las pantys que estaban en los tobillos de mi mujer y se levantó, y ambos se trenzaron en una serie de besos profundos, mientras, abrazados se dirigían a la cama.

Al llegar a ella mi esposa se tendió de espaldas y abrió las piernas, esperando el embate de su amante. Esteban, la miró por unos segundos y con lentitud se acomodó sobre ella. Era tal la sincronización que habían logrado con las veces que habían cogido, que no hubo necesidad de usar las manos para que le verga de esteban encontrara la entrada al cuerpo de mi esposa.

Acostados, el encima de ella, con lentitud, Esteban comenzó a penetrar el cuerpo de mi mujer, ella entrecerró los ojos y dejaba escapar pequeños suspiros mientras sentía como aquel enorme miembro la iba llenando poco a poco. Cuando Esteban estuvo totalmente dentro del cuerpo de mi esposa, la comenzó a besar en la boca, besos lentos, románticos, ninguno se movía, ambos disfrutaban de la quietud y la sensación de estar él dentro de ella. Entre beso y beso Esteban se acercó al oído de mi esposa y con voz casi audible le susurró “Te amo”.

Mi esposa abrió los ojos grandemente y preguntó “¿Que dijiste?” y el respondió con voz fuerte “TE AMO”, en ese momento Esteban comenzó un rápido movimiento sacando y volviendo a meter su verga en el cuerpo de mi mujer.

“Ooooh si, ámame mucho y cógeme como solo tu sabes hacerlo” decía mi esposa, Esteban siguió con sus movimientos que cada vez se hacían mas rápidos y se impulsaba con fuerza para que se hiciera más profunda la penetración. Mi esposa comenzó a mover las caderas de manera ondulatoria. Era imposible responder de otra manera ya teniendo la verga de Esteban adentro.

Finalmente él eyaculó dentro del cuerpo de mi mujer. Permaneció unos instantes acostado encima de ella, que le acariciaba las nalgas y la espalda. De pronto ella recordó y con un movimiento rápido hizo a un lado a Esteban y le preguntó “Porque me dijiste eso”.

Esteban sólo se sonrió y dijo “No sé, sólo me salió en ese instante” se miraron fijamente en silencio por largo rato, hasta que ella se acercó y le dio un largo beso en la boca y le dijo “Yo amo a mi esposo y la verdad es que por él estoy aquí”. Sin dejar de mirarla Esteban comentó “Yo lo sé, con lo que me dijiste en la mañana, me di cuenta de que a lo único que puedo aspirar es a tener tu cuerpo, no tu corazón”. Ella asintió y el prosiguió “Pero no quería dejar de decírtelo, digo por si en algún momento hay una oportunidad”.

Mi esposa se sonrió y le dijo “Tú mismo me dijiste que sólo me querías para coger y en eso quedamos, la estamos pasando muy rico así y a mí me gusta llegar a coger con mi esposo después de hacerlo contigo”. Esteban se acercó al rostro de mi esposa y besó ligeramente sus mejillas y le dijo “Yo lo sé. La estamos pasando muy bien, continuemos nuestro plan”. Ambos se acercaron y se dieron un beso sellando su promesa.

Después de un rato, mi esposa entró a bañarse para limpiarse el semen que Esteban acababa de depositarle. Salió envuelta en una toalla y pidieron algo ligero para cenar. Ambos se pusieron su ropa interior y se acomodaron en la cama tapados con las sábanas. Se quedaron abrazados y encendieron la televisión observándola durante un largo rato, saltando de un canal a otro.

De pronto Esteban apagó el televisor y se puso frente a mi esposa diciendo “Toda la tarde he estado pensando en lo que me propusiste y llegué a la conclusión de que la única forma en que yo podría aceptar que tu esposo esté presente, es sabiendo que somos dos hombres que te amamos y que estamos haciendo todo lo necesario para que seas feliz”.

Mi esposa lo siguió observando mientras el guardó silencio “Entonces ¿aceptas que estemos los tres juntos?” preguntó mi esposa, él, sin dejar de mirarla, asintió con la cabeza.

El plan estaba hecho finalmente mi fantasía se haría realidad:

VER A MI ESPOSA COGER CON OTRO


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