Cuando mi esposa abrió
los ojos, la luz del nuevo día apenas entraba por las gruesas cortinas de la
ventana. Ella misma percibió el aroma a semen y sexo que emanaba de su cuerpo.
A su lado, yacía Esteban totalmente desnudo y sin cobijas encima. Su pene aún
flácido, parecía tener una gran fuerza. Ella se sonrió al recordar lo sucedido
y meneo su cabeza de manera negativa como diciendo “cómo fue posible”.
Tomó su teléfono, vio que
eran las 11:15 de la mañana y que había varios mensajes que decidió ignorar,
buscó mi perfil y me mandó el siguiente mensaje “Hola, buenos días, perdón que
ayer ya no te di las buenas noches, ni a los niños. Me acabo de despertar, te
imaginaras como estuvo todo, espero todo esté bien en a casa, besos, te amo”.
Se levantó de la cama y se dirigió al espejo para quitarse todo el maquillaje
que la noche anterior no había retirado.
A los pocos segundo,
Esteban se despertó y después de desperezarse, se quedó observando la hermosa
desnudez de mi esposa. Se levantó y se colocó detrás de ella y le dio los
buenos días, ella volteó su cara y se besaron tiernamente.
Mi esposa decidió
bañarse. En realidad, no le apetecía salir de la habitación con el olor a sexo
y semen por todo el cuerpo, así que entró al baño y abrió a la regadera.
Inmediatamente entró Esteban. Se enjabonaron mutuamente y se enjuagaron y en un
momento ya estaban besándose de nuevo. Las manos de Esteban comenzaron a
recorrer el cuerpo de mi esposa y una se detuvo en su vagina, ella trató de
retirarla, pero el insistió sin dejar de besarla. Sus labios descendieron hasta
encontrar los senos de mi esposa, llenándolos de besos y mordisqueándolos. Mi
esposa bajó su mirada y vio que, sorprendentemente, la verga de Esteban estaba
tiesa. Ella se rio y le dijo “Que de plano tu no tienen llenadera” y el le dijo
“contigo cogería todo el día todos los días y volvió a besarla.
Esteban hizo que mi
esposa se volteara de espaldas y se apoyara en la pared y así de pie entre el
agua, introdujo su larga verga en la húmeda vagina de mi esposa. El no dejó de
besar su cuello y hombros, mientras ella arqueaba su cuerpo para recibir la
mañanera penetración, hasta que finalmente Esteban no se contuvo y dejó escapar
lo que le quedaba de semen en el cuerpo de mi esposa. Ella volteó y se
siguieron besando.
Salieron del baño y ambos
se arreglaron. Mi esposa se puso vestido corto que había llevado de reserva,
mientras que esteban solo se puso el pantalón del traje que había vestido y una
camisa limpia.
Antes de salir de la
habitación, Esteban la volvió a tomar de la cintura y le dijo “Gracias por este
bello momento, te juro que nunca lo olvidaré”. Ella se sonrió y le dijo, “Yo
tampoco lo olvidaré, ten en cuenta que eres el segundo hombre en mi vida”, el
le contestó “Y espero que el último” a lo que ella riendo, le dijo “Pues con
esto que he vivido, no estés tan seguro, mi esposo estaba convencido de que él
sería el único y mira donde estoy ahora”. Ambos se rieron y nuevamente se
fundieron en un largo y cálido beso.
Finalmente salieron de la
habitación y del hotel tomados de la mano, caminaron un rato en lo que decidían
que harían. Ya pasaban del medio día así que decidieron ir a almorzar algo
ligero. Se dirigieron al
restaurante, Esteban siempre atento con ella y mi esposa agradeciéndole las
atenciones.
Mientras almorzaban,
platicaron de muchas cosas, y ya casi para terminar mi esposa le dijo “Oye ¿te
gustaría que mi esposo nos acompañara?”, Esteban casi se atraganta y abrió los
ojos muy sorprendido “¿Queee?”, preguntó a su vez. “¿Qué si te gustaría que mi
esposo nos acompañara una vez, que estuviera con nosotros?” pregunto mi esposa.
“Como crees, claro que no” contestó Esteban, “Entonces yo creo que ya no voy a
poder salir contigo”, dijo mi esposa; “¿Pero porque, que se traen?” preguntó
Esteban y mi esposa le respondió “Como te dije al principio, todo esto es parte
de una fantasía, muy rico y todo, pero una fantasía. Yo misma me saqué de onda
cuando mi esposo me lo propuso, pero pues he estado pensándolo bien y así como
tenía mis dudas para pasar el fin de semana contigo y todo ha resultado
fenomenal, creo que, si mi esposo nos acompaña, también la pasaríamos muy rico”.
“Pues no se” contestó Esteban, “eso ya es mucho para mí”. “Pues piénsalo,” le
dijo mi esposa, “si ya no hay fantasía, creo que poco podríamos hacer”. Esteban
se quedó callado.
Cuando terminaron el
almuerzo, decidieron ir a pasear por la zona de la Alameda central, visitaron
algunas plazas comerciales, y ahí Esteban le compró a mi esposa algunas cosas,
como aretes, pulseras, una blusa. Caminaban tomados de la mano, como si fueran
auténticos recién casados y frecuentemente se detenían y se daban largos besos
apasionados, un detalle que mi esposa y yo habíamos dejado de hacer hace mucho
tiempo y que incluso fue parte del conflicto que inició toda esta aventura.
Ya entrada la tarde,
decidieron volver al hotel y en el camino Esteban sugirió que en lugar de bajar
a comer o cenar, pidieran un servicio al cuarto, mi esposa asintió y le dijo
“Si porque después de coger contigo, me da mucha hambre” Esteban solo se
sonrió.
Al entrar a su
habitación, nuevamente se abrazaron y comenzaron a besarse. Esta vez Esteban
decidió ser mas delicado, mas como mi esposa estaba acostumbrada y dejó de
lado, al menos por ese rato, el arrebato y la pasión fúrica. Hizo que ella se
diera la vuelta y mientras besaba el cuello de mi esposa, comenzó a deslizar el
vestido por entre sus hombros y brazos.
Sin dejar de besarla, la
liberó del sostén dejándolo caer y deteniendo los pechos de mi esposa con ambas
manos. Siguió besando el cuello y los hombros de ella mientras sus manos
acariciaban las tetas de mi esposa, prodigándole leves pellizcos en los pezones
que le ocasionaban ligeras descargas eléctricas.
Rápidamente, sin dejar de
besar hombros y cuello de mi esposa, Esteban se despojó de su camisa pantalón y
bóxer, quedando completamente desnudo detrás de mi esposa. Apoyó su cuerpo contra
el de ella, quien al sentir la dura verga sobre sus nalgas todavía cubiertas
por la breve panty, lanzó su cuerpo hacia atrás para tener aún mayor sensación.
Esteban poco a poco fue
bajando por el cuerpo de mi esposa, llenando de besos sus brazos y su espalda
hasta llegar a las nalgas de mi esposa, quedando él de rodillas. Bajo las
pantys de mi esposa y pasó su lengua por cada una de las bellas redondeces,
dando ligeros mordiscos a cada una de ella mientras sus manos sujetaban a mi
esposa por la cadera. De pronto, la lengua de Esteban comenzó a deslizarse por
la línea que divide los glúteos de mi mujer. Al sentir la caricia, ella pegó un
ligero respingo y cerró los ojos para disfrutar la caricia.
La lengua de esteban
pasaba de ida y regreso por entre las nalgas de mi esposa hasta que las tomo
con ambas manos y las abrió lo mas que pudo, posando su lengua en el aún
dilatado ano de mi esposa. Ella con sus manos ayudó a Esteban a que la apertura
se hiciera un poco más grande, quería sentir a plenitud esa caricia, la
disfrutaba. La lengua de Esteban entraba y salía del ano de mi esposa, lamía el
borde del hoyuelo y volvía a entrar. Ella arqueaba la espalda, parando las
nalgas para que la sensación fuera mas profunda, mientras con una mano
comenzaba a acariciar su ya erecto clítoris.
Esteban hizo que mi
esposa volteara, siguiendo él de rodillas, comenzó a besar sus labios
vaginales, pasando su lengua por el hinchado clítoris ocasionándole a mi esposa
oleadas de placer, hasta que finalmente tuvo un orgasmo. Esteban quitó por
completo las pantys que estaban en los tobillos de mi mujer y se levantó, y
ambos se trenzaron en una serie de besos profundos, mientras, abrazados se
dirigían a la cama.
Al llegar a ella mi
esposa se tendió de espaldas y abrió las piernas, esperando el embate de su
amante. Esteban, la miró por unos segundos y con lentitud se acomodó sobre
ella. Era tal la sincronización que habían logrado con las veces que habían
cogido, que no hubo necesidad de usar las manos para que le verga de esteban
encontrara la entrada al cuerpo de mi esposa.
Acostados, el encima de
ella, con lentitud, Esteban comenzó a penetrar el cuerpo de mi mujer, ella
entrecerró los ojos y dejaba escapar pequeños suspiros mientras sentía como
aquel enorme miembro la iba llenando poco a poco. Cuando Esteban estuvo
totalmente dentro del cuerpo de mi esposa, la comenzó a besar en la boca, besos
lentos, románticos, ninguno se movía, ambos disfrutaban de la quietud y la
sensación de estar él dentro de ella. Entre beso y beso Esteban se acercó al
oído de mi esposa y con voz casi audible le susurró “Te amo”.
Mi esposa abrió los ojos
grandemente y preguntó “¿Que dijiste?” y el respondió con voz fuerte “TE AMO”,
en ese momento Esteban comenzó un rápido movimiento sacando y volviendo a meter
su verga en el cuerpo de mi mujer.
“Ooooh si, ámame mucho y
cógeme como solo tu sabes hacerlo” decía mi esposa, Esteban siguió con sus
movimientos que cada vez se hacían mas rápidos y se impulsaba con fuerza para
que se hiciera más profunda la penetración. Mi esposa comenzó a mover las
caderas de manera ondulatoria. Era imposible responder de otra manera ya
teniendo la verga de Esteban adentro.
Finalmente él eyaculó
dentro del cuerpo de mi mujer. Permaneció unos instantes acostado encima de
ella, que le acariciaba las nalgas y la espalda. De pronto ella recordó y con
un movimiento rápido hizo a un lado a Esteban y le preguntó “Porque me dijiste
eso”.
Esteban sólo se sonrió y
dijo “No sé, sólo me salió en ese instante” se miraron fijamente en silencio
por largo rato, hasta que ella se acercó y le dio un largo beso en la boca y le
dijo “Yo amo a mi esposo y la verdad es que por él estoy aquí”. Sin dejar de
mirarla Esteban comentó “Yo lo sé, con lo que me dijiste en la mañana, me di
cuenta de que a lo único que puedo aspirar es a tener tu cuerpo, no tu
corazón”. Ella asintió y el prosiguió “Pero no quería dejar de decírtelo, digo
por si en algún momento hay una oportunidad”.
Mi esposa se sonrió y le
dijo “Tú mismo me dijiste que sólo me querías para coger y en eso quedamos, la
estamos pasando muy rico así y a mí me gusta llegar a coger con mi esposo
después de hacerlo contigo”. Esteban se acercó al rostro de mi esposa y besó
ligeramente sus mejillas y le dijo “Yo lo sé. La estamos pasando muy bien,
continuemos nuestro plan”. Ambos se acercaron y se dieron un beso sellando su
promesa.
Después de un rato, mi
esposa entró a bañarse para limpiarse el semen que Esteban acababa de
depositarle. Salió envuelta en una toalla y pidieron algo ligero para cenar.
Ambos se pusieron su ropa interior y se acomodaron en la cama tapados con las
sábanas. Se quedaron abrazados y encendieron la televisión observándola durante
un largo rato, saltando de un canal a otro.
De pronto Esteban apagó
el televisor y se puso frente a mi esposa diciendo “Toda la tarde he estado
pensando en lo que me propusiste y llegué a la conclusión de que la única forma
en que yo podría aceptar que tu esposo esté presente, es sabiendo que somos dos
hombres que te amamos y que estamos haciendo todo lo necesario para que seas
feliz”.
Mi esposa lo siguió
observando mientras el guardó silencio “Entonces ¿aceptas que estemos los tres
juntos?” preguntó mi esposa, él, sin dejar de mirarla, asintió con la cabeza.
El plan estaba hecho
finalmente mi fantasía se haría realidad:
VER
A MI ESPOSA COGER CON OTRO
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