004 LA ENTREGA



Esteban se quedó observando extasiado el cuerpo desnudo de mi esposa. Levaba mucho tiempo deseando aquel momento y finalmente, la tenía a alance de su mano. Los besos y las caricias que se habían prodigado mutuamente, por fin iban a culminar en una entrega mutua. El tenía toda la intención de ella se olvidara de su esposo, de mí. Su objetivo es que después de ese día, ella siguiera siendo su mujer, aunque siguiera siendo mi esposa.



Se levantó de la cama en la que estaba sentado, y con mucha lentitud rodeo a mi esposa admirando cada punto de su anatomía, detuvo su mirada en sus senos, deteniendo un impulso por acariciarlos, siguió dando vueltas en torno de ella, sus ojos se posaron en el trasero de mi esposa, lo miró por unos segundos y finalmente se paró justo detrás de ella.


Sus manos inmediatamente tomaron las nalgas de mi mujer, acariciándolas y estrujándolas, separándolas como si fuera una advertencia de lo que estaba por venir. Mientras, sus labios se posaron en el cuello de mi esposa y comenzó a besarlo. Con su lengua, comenzó a realizar pequeños círculos en la piel sensible de mi esposa. Recorrió con ella, cada centímetro de su cuello, besándolo y lamiéndolo, después de un rato comenzó a darle pequeños mordiscos, de ven en vez, sus labios besaban y mordían levemente el lóbulo de la oreja de mi esposa.

Ella sentía cada caricia como una descarga eléctrica. Su piel se erizaba al sentir los labios de Esteban recorrer sus cuello. Su cuerpo comenzó a responder, con contracciones de placer que hacían que su excitación aumentara. La situación propia del momento había puesto a mi esposa muy sensible y a la excitación que eso le causaba por sí misma, comenzó a añadirse la que Esteban le provocaba con sus caricias.


Las manos de Esteban fueron subiendo, recorriendo el cuerpo de mi esposa, se posaron en sus pechos, sus pezones estaban duros de la excitación y respondieron a las caricias de Esteban provocando una nueva contracción en su cuerpo. Mi esposa se viró y quedó frente a frente con Esteban. Ambos se fundieron en un beso largo y profundo. Las lengas de ambos se introducían en sus bocas y acariciaban sus labios.

Mientras se besaban, Esteban no dejaba de acariciar las nalgas de mi esposa, sus manos las masajeaban y apretaban. Desde que conoció a mi esposa había tenido una obsesión por tenerlas entre sus manos, y finalmente se había vuelto realidad.

Mi esposa comenzó a desabotonar la camisa de Esteban, esta cayó al piso, se siguieron besando mientras ella quitó el cinturón del pantalón de Esteban y al desbotonarlo también cayó al piso. A través de la apretada trusa que llevaba puesta, mi esposa sintió el duro pene de Esteban.  El se separó un poco de mi esposa para quitarse zapatos y calcetines y una vez que lo hubo hecho, hizo que se sentara en la cama y le dijo “Esto tú también me lo vas a quitar porque a partir de hoy vas a ser mi mujer”.

Mi esposa se le quedó mirando, no supo que decir, Esteban se acercó a ella y puso su cuerpo a solo unos centímetros de su cara. Mi esposa le dijo “Ya te dije que no me voy a divorciar” y Esteban le contestó: “No hace falta, a partir de hoy vas a querer coger conmigo todos los días”, Mi esposa volvió a sonreír y tomo las orillas de la trusa con ambas manos y lentamente la fue bajando. En unos segundos, Esteban quedó completamente desnudo frente a mi esposa. La escena era mas que erótica. Mi esposa, totalmente desnuda, en una habitación con otro hombre totalmente desnudo.

El pene de Esteban salto como resorte frente a la cara de mi esposa. Grande, totalmente erecto, duro, húmedo. Ella lo tomo con una mano para apartarlo de su cara, Esteban la tomó de los hombros e hizo que se recostara en la cama, el se puso encima de ella y comenzó a besarla. Sus labios lengua recorrieron toda su cara, bajaron por su cuello y se posaron en sus senos. Chupaba y mordía los pezones de mi esposa, alternándolos. Ella comenzó a gemir al sentir las candentes caricias. 


 Sin dejar de besarla, Esteban se acomodó en medio de las piernas de mi esposa, con la cabeza de su verga comenzó a sobarle toda el área genital los labios, el clítoris, y muy lentamente comenzó a penetrarla hasta que tuvo su larga verga totalmente dentro de mi esposa. Mis cuernos eran oficiales. Mi esposa acababa de entregarse a otro hombre.


Al sentir la verga totalmente adentro, mi esposa dejó salir un gemido de placer, el se sonrió y comenzó un meter y sacar su verga muy lento en el cuerpo de mi esposa. Ella sentía su vagina muy estirada, como nunca. El tamaño de la verga de Esteban tocaba lo más profundo de su cuerpo. El movimiento lento que el hacía procurando que su pene entrara en su totalidad, la volvía loca de placer, mi esposa comenzó a arquear su cuerpo hasta que finalmente tuvo su primer orgasmo. Esteban aceleró sus movimientos, las piernas de mi esposa rodearon por completo el cuerpo de Esteban y se aferraba de los muslos de él quien seguía frotándola con gran rapidez y ella consiguió un segundo orgasmo, sintiendo que se desmayaba, el aire le faltaba, pero él seguía con su movimiento acelerado.



Mi esposa alcanzo un tercer orgasmo que la hizo temblar, el placer era insoportable y fue en eso cuando sintió que el cuerpo de Esteban se tensaba,  dio una embestida muy fuerte, estirando la vagina de mi esposa hasta su máxima capacidad, fue cuando ella sintió una presión muy dentro de su cuerpo y de repente un calor muy intenso dentro de ella, era la eyaculación de Esteban, mi esposa sintió como si de repente un río muy caliente la estuviera inundando y sentía las palpitaciones de él cada vez que arrojaba su semen.

Finalmente terminó de eyacular dentro de mi esposa. Sin sacar su verga estuvo sobre ella durante varios minutos, llenándola de besos. Ella sintió como su pene se iba haciendo flojito, pero nunca perdió firmeza. Fue cuando ella comenzó a sentir que el tibio semen de Esteban le escurría por las nalgas.



Esteban saco su verga de mi esposa y se puso de rodillas y ella al contemplarla medio flácida y llena de semen, la tomó en sus manos y al sentir la tibia humedad de dicho miembro, comenzó a acariciarlo.

Era una verga muy grande y gruesa, morena como era Esteban, llena de venas que demostraban su fortaleza y en ese momento, estaba llena del mismo semen que Esteban acababa de eyacular dentro de su cuerpo de mí.

Durante varios minutos, ella la tomó con ambas manos, prodigándole una serie de caricias sin poder apartar su mirada de ese enorme instrumento, que en un solo rato ya le había provocado varios orgasmos.

Después de varios minutos, de sentir las caricias, la verga de Esteban comenzó a endurecerse. Él se reclino sobre ella para besarla mientras mi esposa seguía acariciando el miembro que tenía en sus manos hasta conseguir nuevamente que se pusiera erecto.





Esteban se recostó boca arriba y mi esposa, abriendo sus piernas se montó encima de él. Fue ella misma quien metió la verga de Esteban en su vagina y fue bajando sobre ella lentamente. Cuando la sintió totalmente en el fondo ella se quedó quieta, disfrutando la sensación de tener su vagina llena en su totalidad. Poco a poco comenzó a balancearse sobre ella. La verga de Esteban comenzaba a entrar y salir del cuerpo de mi Esposa.

Ella se inclinó sobre él, de manera que, con el movimiento, su clítoris rozara el pubis de Esteban. Mi esposa tuvo otro orgasmo. Sus ojos se cerraron disfrutando ese momento. Los movimientos de mi esposa comenzaron a acelerarse encima de Esteban, quien con ambas manos la tomaba de la cadera, como queriendo evitar que ella en algún momento se separara de él. 


Pero mi esposa no tenía ninguna intención de separarse. Siguió disfrutando de sentir la verga de Esteban dentro de ella. Sus movimientos acelerados hicieron que el cuerpo Esteban nuevamente se pusiera tenso y al darse cuenta de que la eyaculación era inminente, mi esposa tuvo otro orgasmo mientras Esteban, con un gemido, nuevamente dejaba escapar su semen dentro del cuerpo de mi esposa.

Al sentir la cálida descarga mi esposa tuvo otro orgasmo y se dejó caer sobre Esteban y comenzó a besarlo apasionadamente. Así estuvieron unos momentos. Ella montada sobre él, con su pene adentro. El semen que acaba de eyacular en su vagina comenzó a escurrir por la verga de Esteban, mientras ellos seguían besándose. 



Finalmente se acostó a un lado de él y así estuvieron un rato, callados, mi esposa asimilando lo que acababa de suceder. Se había entregado a otro hombre. Era el segundo hombre con quien había tenido relaciones sexuales. 

El largo silencio, hizo que mi esposa comenzara a tener un sentimiento de culpa y arrepentimiento y en un momento tuvo la intención de vestirse y salir del lugar, pero al sentir la mano de Esteban acariciar su cuerpo desnudo, esa idea desapareció de inmediato.

Decidió terminar lo que había comenzado, hasta sus últimas consecuencias y decidió permanecer con él para disfrutar lo mas que se pudiera.


Esto apenas había comenzado. Mi esposa había sido bautizada con el cálido esperma de Esteban que permanecía dentro de su cuerpo. No había más que decir:

OFICIALMENTE YO TA ERA UN CORNUDO.







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