018.- CORNUDO, UN SENTIMIENTOPARA TODA LA VIDA

El regreso a casa fue en silencio. Yo tratando de asimilar todo lo que había visto y hecho. Acababa de observar como otro hombre se cogía a mi esposa de todas las formas posibles, pero eso yo ya lo sabía que iba a suceder. También acababa de ver, como mi esposa le hacía sexo oral a ese hombre y dejaba que eyaculara en su boca y para terminar, yo había bebido el semen de ese hombre. Estas dos cuestiones, no estaban en el script, pero sucedieron.

Mi esposa guardaba silencio respetando el mío, aunque en su mente, no dejaba de brotar la idea de que si no se había pasado en lo que había hecho. No es que se arrepintiera, pero hacerlo sin previo aviso, seguramente me sacaría de onda. Aún con esa inquietud, no quiso decir nada.

Al llegar a casa, mi esposa me indicó que se iba a meter a bañar. Habíamos salido del hotel, sin asearnos, ella aún olía a sexo, loción y semen de otro hombre, y a saliva, la que yo dejé al recorrer su cuerpo quitándole todo el semen que Esteban había arrojado en ella.

Al terminar de bañarse, inmediatamente yo hice lo mismo, y mientras sentía el agua caliente caer sobre mi cuerpo, las imágenes vistas hace algunos momentos, no dejaban de desfilar ante mí, Claramente oía los gemidos de mi esposa mientras Esteban la penetraba por el ano y por la vagina, y llegaban a mi mente los gemidos de Esteban al eyacular dentro de la boca de mi esposa.

Al salir del baño me dirigí a la recamara y me recosté sobre la cama, mi esposa aún estaba con la bata puesta. Se secaba el pelo. Al terminar, se recostó junto a mí y puso su cabeza en mi pecho y con voz apenas audible me dijo “¿Estas enojado?” me le quedé mirando y le contesté “No” y ambos guardamos silencio por un largo rato.

“Porque lo hiciste”, finalmente le pregunté “Porque se la mamaste”. Ella levantó su cabeza y se me quedó mirando “No lo sé, pensé que te gustaría, siempre que regreso de estar con él, me preguntas si se la mame y pues quise darte la sorpresa de que lo vieras como lo hacía la primera vez”. Yo me enderecé de la cama y le di un largo beso “Te amo” le dije, “Si fue una sorpresa y la verdad no sabía cómo reaccionar” ella sonrió y nos seguimos besando.

“Te veías divina con su verga en la boca” volví a decir. “se la mamaste como toda una profesional”. Ella solo se sonrió y nos volvimos a besar. Mientras lo hacíamos, volvieron a mi mente las imágenes de mi esposa mamando la verga de Esteban y él eyaculando en su boca.

Mi pene respondió, inmediatamente se puso erecto, fue entonces cuando me enderecé y sin mediar palabra, le quité la bata a mi esposa y le pedí que se pusiera en cuatro. Sin siquiera usar algún lubricante, ensarté mi pene en su ano.

No hubo necesidad de lubricante. Su ano aún estaba dilatado por las cogidas que le habían proporcionado horas antes. Mi penetración fue violenta y al sentir que llegaba al fondo, comencé un movimiento frenético. Ella sólo gemía sintiendo la violenta penetración.

Con una de mis manos busqué su clítoris. Su vagina ya estaba húmeda tanto por el baño como por la excitación de la que poco a poco iba siendo presa. Al sentir su pequeño botoncito, comencé a sobarlo al ritmo de cada penetración.

Fue cuando ella alcanzó un orgasmo más ese día. Su ano se comenzó a contraer dando pequeños apretones a mi verga. Inmediatamente sentí que mi venida era inevitable. Fue cuando saqué mi verga de su ano y me puse frente a ella y le dije “Me vas a hacer lo mismo” e introduje mi verga en su boca. Ella comenzó a succionar con fuerza mi pene y a meterlo y sacarlo pasando su lengua por el glande, haciendo que la sensación fuera irresistible.

Finalmente logró extraerme los últimos chorros de semen que me quedaban. Ella apretó los labios para no dejar que se escapara el viscoso líquido. Cuando terminé de eyacular, ella me enseñó como tenía la boca llena de mi semen. Pensé que repetiría la misma acción de besarme para transmitírmelo, pero mi esposa es una caja de sorpresas. Simplemente, cerró la boca y se lo tragó. Nuevamente abrí los ojos sorprendido. Ella abrió la boca para mostrarme que se lo había tragado todo. Se acercó y me dio un beso con sabor a mi propio semen.

Me recosté en la cama totalmente desnudo y ella se volvió a recostar a mi lado recargando su cabeza en mi pecho. Con una mano tomó mi pene y lo comenzó a acariciar, desde los testículos hasta la cabecita. El cansancio, las sorpresas y en fin todo lo sucedido hicieron mella y lentamente nos quedamos dormidos abrazados y desnudos, como hace mucho tiempo no lo hacíamos.

Al despertar, fuimos a recoger a nuestros hijos a casa de su abuelita y regresamos a hacer nuestra vida normal.

Pero en realidad ya nada sería normal. Comprendí que, a partir de ese día, los recuerdos de lo que habíamos vivido el día anterior vivirían en nosotros para el resto de nuestra vida.

Incluso la forma en la que mi esposa y yo nos relacionamos, a partir de ese día también cambió. Comenzamos a mostrarnos mas amorosos, tanto en privado como en público. Al tener un secreto común, nos volvimos cómplices y cuando alguien hacía referencia al tema de infidelidades, simplemente sonreíamos y nos volteábamos a ver.

De hecho, algunas parejas de amigos tuvieron problemas por que alguno de ellos le fue infiel al otro, o los dos, y alguna terminó en divorcio. Al enterarnos, comentamos “si le hubieran hecho como nosotros, tal vez seguirían juntos”.

Mi esposa y Esteban continuaron saliendo durante aproximadamente ocho meses más. Su relación duró casi un año. Yo los acompañé otras tres veces. Lo que al principio fue una mezcla de celos con morbo, se volvió como un complemente del placer que mi esposa y yo disfrutábamos y seguramente Esteban también.

Cuando mi esposa cogía con Esteban y yo estaba presente. Ella dice que se excita verme sentado en una silla masturbándome viendo como otro hombre disfruta su cuerpo y la hace gozar como loca. A veces me pide que me acerque y para hacer algo, pero en realidad disfruto ver cómo se la cogen. Solo me acercaba para hacerle una caricia o darle un beso. En realidad, no había nada mejor que ver como Esteban se cogía a mi esposa y después. Por cierto, nunca mas le volvió a hacer sexo oral.

Esteban tuvo que partir, aunque fue mucho después de que mi esposa y el decidieron terminar sus relaciones. Por mi parte, no puedo decir que lo recuerdo ni siquiera con afecto, ya que en realidad nunca fuimos amigos. Nos tratábamos cordialmente, pero el compartir a la misma mujer, aun siendo de manera consensuada, no daba como para incluirlo en mi lista de favoritos.

No sé si mi esposa le guarde algún recuerdo cariñoso. Yo creo que si. Él estuvo presente en sus momentos de crisis, la apoyó y sobre todo le permitió que ella explorara ese sentimiento tan desconocido que vivía dentro de ella. El sentimiento de libertad. Ella pudo decidir lo que quería hacer y gracias a eso, nuestro matrimonio sigue adelante y espero que, en algún momento, otra aventura vuelva a surgir.


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