014.- ¿EN VERDAD QUIERES SABERLO?

Durante las siguientes dos semanas, mi esposa no salió con Esteban. Todos esos días, cogíamos tres y hasta cuatro veces durante el día y la noche, a pesar del tiempo transcurrido, mi boca buscaba algún sabor diferente en ella o trataba de percibir el aroma de Esteban impregnada en su ropa. 

Obviamente, yo no dejaba de preguntar. Aprovechaba cualquier momento en que estuviéramos solos para hacerle diversas preguntas sobre el fin de semana que había pasado con Esteban; ella sonreía al dar respuestas un poco por mi insistencia, pero sobre todo porque al recordar ese fin de semana, volvía a revivir las emociones y sensaciones que había disfrutado. Ella trataba de darme todos los detalles posibles. Muchas veces yo la interrumpía besándola con mucha pasión, como si quisiera beberme sus palabras para que quedaran grabadas dentro de mí. 

También aprovechábamos algún momento en casa para encerrarnos en la recámara y coger. Mi excitación era tal, que al principio yo terminaba muy rápido, Conforme avanzaban los días y aumentaban las veces que cogíamos, iba recuperando mi resistencia anterior. En cada sesión, le preguntaba yo que como se la había cogido él a esa hora y trataba de imitarlo, lo cual hacía que precisamente me viniera muy rápido al incrementar mi grado de excitación. 

Escuchar de los labios de mi esposa los relatos del fin de semana que habían pasado, se había vuelto imprescindible para mí. Mi mente comenzaba a imaginarse cada escena que mi esposa me contaba, yo sólo cerraba los ojos y la imaginaba tendida en la cama, con el pene de Esteban dentro de ella, o apoyada en sus piernas y brazos y Esteban penetrándola por el ano. Esas imágenes me seguían durante dodo el día, pero cuando ella me lo platicaba, era como estar viviéndolas.


Era tal mi insistencia en oír sus relatos que en un momento dado mi esposa me preguntó ¿En verdad quieres oírlo? ¿En verdad quieres saber como otro hombre se cogió a tu esposa? Yo le respondía que si. Que me excitaba mucho y quería saber los detalles mas insignificantes de sus encuentros.


Los encuentros entre mi esposa y Esteban en el trabajo eran inevitables, sin embargo, se limitaron a intercambiar besos al llegar en la mañana y al salir en la tarde. Los compañeros de trabajo sólo sonreían cuando los veían besarse. 

Cuando Esteban le preguntó a mi esposa cuando volverían a salir, ella le platicó el grado de excitación que yo alcanzaba cada vez que me platicaba lo que habían hecho y que cogíamos todos los días muchas veces y que ella quería respetar esos momentos que eran para nosotros dos. El disfrutar la aventura que ella había tenido y que nos había unido más como pareja y que gracias a ella estábamos viviendo una relación como nunca.

Esteban lo aceptó de no muy buena gana, pero durante esos días, llegaba con algún regalo o detalle: un pequeño ramo de flores, un perfume, una caja de chocolates, etc. Mi esposa agradecía esos regalitos con un buen beso.

Oficialmente en la oficina mi esposa y Esteban ya eran amantes, Se besaban y tomaban de la mano sin que les importara que sus demás compañeros los vieran. Sus compañeros me veían cuando yo llegaba a recogerla y me observaban con unas miradas mezcla de burla y lástima. Obviamente ellos no estaban enterados que yo sabía de la relación entre mi esposa y Esteban y sobre todo, ignoraban que yo estaba de acuerdo.


Todos los días, al recogerla del trabajo nos saludábamos con un beso y la pregunta era ¿Sucedió algo hoy?, mi esposa solo sonreía y me decía “No, solo me dio un beso” o “Nos besamos y nos vio fulanito”. Saber que sus compañero de trabajo ya sabían de su romance, también me provocaba una gran excitación.


En uno de esos días, después de haber cogido, se me quedó mirando y me dijo “Hay algo que no te dije”. Yo la miré intrigado, mi corazón comenzó a latir aceleradamente esperando alguna sorpresa. “Esteban me confeso que está enamorado de mí, que me ama”, me dijo.

Yo abrí los ojos muy grandes, me quedé mudo ante esa confesión. “No se que pensar” continuó mi esposa. Yo estaba realmente sorprendido. Lentamente y con voz apenas audible lancé la pregunta que taladraba mi cerebro: “¿Y tú?”, ella se me quedó mirando, muy seria, guardo silencio por un instante muy largo. “¿Tu estas enamorada? Volví a preguntar tomando a mi esposa de las manos. Mi corazón latía mas acelerado, comencé a sentir un temblor en las piernas y comencé a sudar esperando una respuesta que en realidad no quería que llegara. Mi esposa apretó mis manos y respondió: “No”, y sosteniendo la mirada continuó “Me gusta cómo me coge, pero a quien amo es a ti”. 

Yo me llené de alegría y la besé esta vez muy románticamente y le dije “Esto va a durar lo que tu quieras, si en algún momento sientes que te estas enamorando de él, sólo tu debes tomar la decisión de lo que quieres hacer”.

Ella se me quedó viendo y me preguntó “¿En verdad no te molestaría que me enamorara de Esteban?”. Le dije que no, mientras ella sintiera que me seguía amando, yo podría aceptar que amara a otro hombre. Mi esposa me abrazó y comenzó a besarme muy apasionadamente. Yo le correspondía y sus palabras rebotaban en mi cerebro haciendo que mi verga se pusiera mas dura que de costumbre.


Yo entendí que, dado que se habían cumplido seis meses de que comenzaran su romance, al estar teniendo relaciones sexuales en la forma que lo hacían, existía el riesgo de que se pudiera enamorar pero no podía ya coartar lo que yo mismo le había insistido tantas veces que hiciera.

Una tarde me llamó y me dijo “Por favor, no vengas por mí, voy a ir a comer con Esteban”, “¿Vas a llegar tarde?” pregunté y me contestó que no, que sólo comerían.

Esteban también estaba ansioso de continuar su romance con mi esposa. A pesar de que se veían en el trabajo, los cachondeos ya no le eran suficientes. Había probado a mi esposa, la había tenido en muchas ocasiones y quería seguir haciéndolo.

Ella le contó lo que platicamos, él la escuchó con interés, cuando ella terminó el le dijo: “En realidad no creo que te vayas a enamorar de mí. Simplemente te pasa lo que al niño con juguete nuevo, lo prefiere por que es la novedad, pero cuando vuelve a encontrar a su juguete preferido, deja el nuevo de lado y sigue con el viejo juguete”. Mi esposa lo miró intrigado. El continuó “Por mí, que bueno que te estuvieras enamorando de mí, pero estos días he estado pensando que lo nuestro solo es pasión. 

A mi me gustas mucho, mas de lo que te imaginas y durante muchos años soñé y deseé tenerte, hacerte mía, cuando lo logré, si, mi pensamiento inicial fue arrebatarte de tu marido, convencerte de que lo dejaras para poder tenerte para mi solo, pero después pensé que en realidad estaba obsesionado contigo. No niego que empecé a desarrollar un sentimiento hacia ti, tu belleza tu forma de ser conmigo, muchas cosas, pero si tu marido, que te ama, ha sido capaz de aceptar esta situación con el fin de mejorar su relación, yo claro que puedo y debo aceptar mi papel, solo soy un complemento en tu matrimonio, un complemento para mejorar tu vida sexual”.

Mi esposa sólo observaba a Esteban y pensaba que tal vez, tuviera razón. El le dijo: “Vamos a hacer lo que me propusiste, que tu marido esté con nosotros una vez y ahí te vas a dar cuenta de muchas cosas”. “¿Tú crees?” preguntó mi esposa, “Si “, dijo él, “Teniéndolo junto a ti en ese momento, vas a saber si en realidad quieres seguir con él o quieres continuar conmigo, vamos a hacerlo, lo peor que puede suceder es que nos guste a los tres”, y ambos comenzaron a reírse. Esteban tomó de la mano a mi esposa y le dijo “Vamos, no tienes que tomar ninguna decisión extrema, vamos a hacerlo. Yo ya tengo muchas ganas de volver a estar contigo, y si para eso debo que tener a tu esposo enfrente, pues ni modo, me aguanto como los machos” Volvieron a reír.

Salieron del restaurante, y cada uno se fue a su casa. En el camino, mi esposa iba pensando las palabras de Esteban y todo lo que al respecto habíamos platicado. Al llegar, me abrazó por el cuello y me dio un largo y profundo beso en la boca, el primero en muchos días, y me dijo: “Prepárate, vas a ver como otro hombre se coge a tu esposa, te gusta ser cornudo, pues lo serás con todo lo que ello implica.”

Esa noche, como en todas las anteriores, volvimos a hacer el amor, ella me platicaba cosas que había hecho con Esteban, no sólo el fin de semana que estuvieron juntos, sino de las veces anteriores que habían ido a coger. A partir de ese día comenzó a hacer comparaciones que en vez de enojarme me excitaban más. “El tiene el pene mas grande que tu”, “El llega muy profundo” “El me arroja mucho semen” “El me coge muchas veces”.

Todo eso ya lo sabía, pero oírlo de mi esposa cuando me la estaba cogiendo, hacía que mi excitación creciera y me producía un placer indescriptible.

Después de algunos días, ella me dijo: “Ya decidiste cuando vamos a ir con Esteban, ya tengo ganas de volver a coger con él.”

En ese momento mis cuernos crecieron varios centímetros más.


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