Mi esposa y Esteban se
quedaron en el restaurante, él en realidad estaba sacado de onda de haber visto
que yo mismo llevara a mi esposa a su encuentro, ella le explicó que tuvo que
confesarle la verdad y que a final de cuentas habíamos llegado a un acuerdo y
que no habría problemas.
Mientras desayunaban mi
esposa le dijo “Mira, tu dices que sólo me quieres para coger, por un calentón
no voy a perder a mi familia, así que o aceptas mis condiciones o le paramos”,
finalmente Esteban estuvo de acuerdo y aceptó que ya que estaban ahí pues
aprovecharan la oportunidad, después de todo, era algo que había estado
pidiendo desde hace mucho tiempo. Con un largo beso sellaron el compromiso que
estaban haciendo.
Desayunaron muy ligero y al
terminar se dirigieron a un hotel, eran apenas las 10 de la mañana cuando
entraron a la habitación designada. Estaba algo fría y muy obscura, a pesar de
que las lámparas estaban encendidas, por lo que Esteban abrió las cortinas para
que entrara luz solar. Se acercó a mi esposa, la tomo de los hombros y le dio
un profundo beso en la boca. Su lengua abrió los labios de ella y comenzó a
juguetear dentro. Mi esposa correspondió al beso como una forma de tranquilizar
los nervios que la invadían.
¿Tienes miedo? Preguntó
el, ella le contestó que era la primera vez que estaba con otro hombre que no
fuera su esposo, el le dijo, tranquila, no va a pasar nada que tu no quieras.
Ella asintió y dejo que el continuara acariciándola y besándola. Esteban
deslizo el cierre del vestido y este cayó suavemente a los pies de mi esposa.
Esteban dio dos pasos hacia atrás y se le quedó viendo, “Estas bellísima” dijo él.
En ese momento ella quiso
tomar sus cosas y salir de la habitación, pero cerro los ojos y apretó los
puños y sólo se quedó parada sintiendo como los labios de Esteban, recorrían su
cuello con besos muy húmedos hasta detenerse en sus senos.
Con un poco de torpeza,
Esteban quitó el brasier, su senos quedaron libres, expuestos a la mirada
lasciva de Esteban, quien los tomo
entre sus manos y comenzó
a estrujarlos y masajearlos. Ya antes los había acariciado, pero siempre debajo
de la ropa, nunca habían quedado expuestos a su mirada.
Los labios de él
comenzaron a deslizarse por la piel de ella y finalmente se detuvieron en sus
pezones, los besó con delicadeza y comenzó a darles pequeños mordiscos,
alternando uno y otro, La piel de mi esposa se erizó, cada vez estaba mas
convencida de que tenía que salir de esa habitación, pero la excitación que
cada vez sentía más y más se lo impedía.
Esteban se separó de ella
y se sentó en la cama y le dijo “Quítate lo demás” Mi esposa había quedado
únicamente con la tanga puesta ante la mirada de Esteban, quien le dijo “Quiero
estar seguro de que vas a ser mía por tu propia voluntad, así que te la vas a
quitar tú. Mi esposa sabía que al despojarse de la única prenda que cubría su
cuerpo, ya no habría marcha atrás, que tendría que seguir hasta el final.
Mi esposa deslizó su mano
por sus caderas y alcanzó los bordes de su tanga. Lentamente la fue bajando
hasta que esta quedó en el piso, el último bastión de su resistencia había
caído.
Ahí estaba mi esposa,
totalmente denuda ante la mirada de aquel hombre, dispuesta a entregarse, a ser
suya, a olvidarse de su esposo y de sus hijos para dar rienda suelta a su
pasión por algunas horas.
ACABABAN DE NACER MIS CUERNOS.
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