009.- EL REENCUENTRO

Las palabras de mi esposa retumbaron en mi cerebro:

“QUIERO VOLVER A HACERLO CON ESTEBAN”

Como un eco, se repetían incesantes, quedé perplejo. Ella noto mi sorpresa y se me acercó y me dio un ligero beso en los labios y me abrazó. “Si no estas de acuerdo, no hay problema” me dijo, “me quedaré con las ganas”.

Habían pasado tres semanas desde su aventura con Esteban, aunque obviamente seguían viéndose en el trabajo.

Me confesó que después de aquel día y del siguiente en el que lo masturbó, seguían aprovechando cualquier oportunidad para cachondearse. Incluso, ya su romance era conocido por sus compañeros y compañeras de oficina y que cuando se desaparecían juntos, al regresar a sus lugares de trabajo, la mayoría tenía una sonrisa entre picara y de complicidad, ya que incluso varios de sus compañeros me conocían.

Me comentó que no habían vuelto a tener relaciones, pero que los besos y los manoseos, seguían a la orden del día.

Poco a poco fui saliendo de mi estupor. La idea de que mi esposa volviera a coger con Esteban había rondado mi cabeza por varios días, pero siempre me imaginé que sería yo quien lo sugiriera y no que fuera ella la que lo pidiera.

Le pregunté si ya lo habían planeado, como la vez pasada, me contestó que no, que primero quería saber si yo estaba de acuerdo, que de hecho Esteban no sabía nada, él por el momento se conformaba con los escarceos que tenían en la oficina. Le pregunté “estas enamorándote de él” y ella me contestó “No, simplemente fue algo nuevo y muy excitante para mí, tener una doble relación, estando tú de acuerdo y sin problemas con ninguno de los dos, es algo que nunca me imaginé me sucedería y ahora que lo experimenté, pues como que me ha gustado y me quiero volver a tener sexo con él porque es parte de esa doble relación, además de que lo hace muy rico”

Los celos comenzaron a aparecer en mi mente, y con ellos una enorme erección. Me acerqué, la besé con pasión, bajé el mallón que llevaba puesto y la volteé y sin más, de una sola estocada fuerte y profunda penetré su vagina. Ella emitió un pequeño quejido. Aunque la plática también la había excitado, no estaba preparada para esa reacción y su vulva recibió el impacto de mi pene, sin siquiera con apenas algo de lubricante. No me importó, seguí penetrándola con fuerza y al poco rato, eyaculé dentro de ella. Saqué mi verga de su cuerpo y metí un dedo, bombeándolo con fuerza. El semen que acababa de recibir comenzó a brotar de ella y yo comencé a esparcirlo por toda su área genital, incluso sus nalgas, como el macho que quiere marcar su territorio.

“En serio quieres volver ir a coger con Esteban” le pregunté, y ella me dijo “Ya te dije que sí, pero si tú no quieres que vaya, voy a terminar la relación con él, pero ya no lo voy a volver a hacer con nadie”. Entonces le contesté. “No amor, yo también quiero que vayas con él, las veces que quieras.”

Yo solo había dictado mi sentencia. Me había condenado a ser un cornudo en toda la extensión de la palabra.

Al día siguiente, aprovechando el momento en que se veían para su cachondeo, mi esposa le dijo a Esteban “Quiero volver a hacer el amor contigo”. El se le quedó mirando un rato e inmediatamente la abrazó y comenzó a besarla. “¿En serio?, no sabes que feliz me hace eso, la verdad yo estaba respetando el acuerdo de que sería bajo tus condiciones, pero ya tengo muchas ganas de volver a sentirte totalmente entregada”. Se siguieron besando y Esteban le preguntó que para cuando y mi esposa le contestó “Cuando quieras, es mas si quieres, hoy mismo” Esteban la miró sorprendido y nuevamente comenzó a besarla.

Con un tono de sorpresa, Esteban le preguntó: “En serio mi amor, hoy se puede” y mi esposa le contestó “Si, saliendo del trabajo, si quieres nos vamos, solo le aviso a mi esposo que no venga por mi y que me espere en la casa y por favor, no me digas mi amor.” 

Esteban frunció el ceño “Otra vez tu esposo va a estar enterado” dijo y mi esposa le contestó “Si, ya te lo había dicho, amo a mi esposo y no lo voy a dejar y él siempre va a estar enterado de lo que vamos a hacer”. Esteban no le quedó mas remedio que estar de acuerdo.

Delante de Esteban, mi esposa sacó su teléfono y me llamó, y de inmediato me dijo “Hola, por favor hoy no vengas por mí, recoges a los niños de la escuela y te vas para la casa. Yo voy a irme con Esteban saliendo del trabajo y llegaré ya de noche, te amo un beso” yo solo le dije “Si mi amor, solo tengan cuidado y disfrútalo mucho”.

Esteban se comenzó a reír y dijo “¿En serio está de acuerdo?, ¿no se enoja ni nada?” y mi esposa le dijo “Mi esposo es un hombre de mente muy abierta, me ha enseñado muchas cosas, prácticamente esta fue una idea de el hace muchos años, aunque la decisión la tome yo apenas, es muy bueno en la cama, pero le gusta que experimentemos cosas nuevas y esto es parte de nuestro juego. No quiero que pienses que me estoy enamorando ni mucho menos, eres parte de una fantasía, te estoy invitando a ser partícipe de ella y tu sabes si le entras o no. Te confieso que me gustó mucho lo que hicimos, pero eso no cambia nada, sigues siendo el invitado de nuestra fantasía, como ves”

Esteban se quedó serio, y le dijo “Yo también te había dicho que no quería algo formal, en realidad tenía muchas ganas de coger contigo porque estas muy buena, si te quiero, pero como amigos, y si me das la oportunidad, pues podemos ser amigos con derechos”. Mi esposa se rio y fue ella quien acerco sus labios nuevamente a Esteban y le dijo “El único derecho que vas a tener, es el de coger conmigo cuando yo quiera” Ambos siguieron besándose durante un rato y después se dirigieron a sus respectivos lugares de trabajo.

Al llegar la hora de la salida, Esteban le sugirió a mi esposa, que fueran a comer algo, ella aceptó y comieron algo ligero. De ahí se fueron a un hotel. Al llegar mi esposa me mandó un mensaje de texto diciendo: “Ya estoy en el hotel con Esteban, te aviso cuando terminemos”

En cuanto llegaron, comenzaron a besarse. Mi esposa se separó de Esteban quien se sentó en la cama. Ella comenzó a desnudarse, lentamente se quitó el mallón y la blusa, quedando solo en brasiere y una pequeña panty. Esteban se acercó y mientras la besaba comenzó a quitarle el brasiere. 

Besó sus senos y mordisqueo sus pezones, paso su lengua por sus aureolas y subía para besar su cuello. Se puso de rodillas y puso sus manos en las caderas de mi esposa, con mucha lentitud fue quitando la panty mientras acercaba su cara.

Cuando las pantys iban a la altura de las rodillas, Esteban la soltó y puso sus manos en las nalgas de mi mujer, estrujándolas y acercando su cara hacia el sexo descubierto de mi mujer. Pasó sus labios por el recortado vello y comenzó a aspirar el aroma de hembra que emanaba de mi esposa. Abrió lo mas que pudo su boca y la llenó con el sexo de mi esposa.

Comenzó a succionar tratando de abarcar lo mas posible y su lengua comenzó a jugar con los labios vaginales y el vello que los rodeaba. Fue cerrando la boca de tal manera que sus labios se amoldaron a los labios genitales de ella, y comenzó a besarlos pasando su lengua por los bordes de la jugosa cueva que se abría ante ellos. Como aleteo de mariposa, la lengua de Esteban llegó al clítoris de mi esposa, ella puso sus manos sobre su cabeza y la apretaba contra su propio cuerpo, ella alzaba la mirada hacia el techo de cuarto y cerraba los ojos, lanzando hondos suspiros.

Después de un rato, Esteban se levantó y empujo muy suavemente a mi esposa hacia la cama, ella se dejo caer de espaldas, mientras Esteban se desnudaba rápidamente. La verga de Esteban se mostro totalmente erecta, fuerte, grande y orgullosa, El se dejo caer sobre mi esposa, presionando su cuerpo, sintiendo la calidez que de ella emanaba. Mi esposa aspiró la fragancia que emanaba de Esteban, era diferente a la de la primera vez, pero era una aroma muy excitante, ella abrió las piernas para que él se acomodara entre ellas, mientras se besaban cálidamente. Esteban tomó su verga y la acomodó sobre el pubis de mi esposa y comenzó a friccionarla, sin penetrarla. El roce del pene entre los labios vaginales de mi esposa le provocaron grandes suspiros y el mismo movimiento hizo que también rozara su clítoris. Mi esposa disfrutaba de las caricias que le provocaba el pene de Esteban mientras se prodigaban grandes y profundos besos, en los que la lengua de Esteban, la misma que momentos antes había estado en su vagina, ahora hurgaba dentro de la boca de mi esposa. Ella correspondía a cada beso pasando su lengua por los labios de Esteban e introduciéndola también en su boca.

Con un solo movimiento de cadera, el pene de Esteban se introdujo en la vagina de mi esposa. Ella emitió un gemido algo fuerte ante la sensación de invasión que tuvo. Su vagina reaccionó ante el embate contrayéndose y atrapando dentro de si al pene invasor. Esteban continuo con su movimiento de cadera, metiendo y sacando su pene del cuerpo de mi esposa quien, en cada contracción de su vagina, hacia esfuerzos para retenerlo. Esteban besaba los labios, la cara y los pechos de mi mujer, mientras su verga entraba y salía de l cada vez mas húmeda vagina de mi esposa.

Los gemidos de mi esposa, pronto se convirtieron en pequeños gritos que daba ante cada embestida del hombre al que ahora pertenecía. Irremediablemente, mi esposa tuvo su primer orgasmo. Su cuerpo comenzó a temblar y sus gritos fueron mas audibles. Esteban arreció sus embestidas, cada vez más rápidas. Mi esposa lo abrazaba con brazos y piernas lanzando su pelvis hacia el frente, tratando de que las penetraciones fueran cada vez mas profundas. La fuerza y rapidez de las penetraciones lograron que mi esposa tuviera un orgasmo más, apretando contra si, el cuerpo del hombre que yacía encima de ella.

Finalmente, Esteban eyaculó dentro de ella. Su corrida fue larga y copiosa, ante cada eyaculación, el cuerpo de Esteban se convulsionaba, ocasionado que su verga llegara mas hondo dentro de mi esposa. Cuando terminó de eyacular, nuevamente beso a mi esposa y finalmente se dejó caer a un lado de ella, con os ojos cerrados y jadeando ante el esfuerzo realizado.

Mi esposa se quedó viendo al cielo, disfrutando lo que acababa de sentir. Su mano bajo a su vagina y comenzó a acariciarse, sintió como el semen de Esteban brotaba de su vagina y comenzó a embarrarlo alrededor de todo su pubis e incluso en su vientre.

Ella volteo a ver a Esteban, ambos se sonrieron y nuevamente se besaron. Mientras lo hacían, mi esposa tomó en sus manos la húmeda verga de Esteban, comenzando a acariciarla y a limpiarla de los restos del semen que acababa de arrojar.

Los besos y las caricias surtieron el efecto deseado y Esteban volvió a tener una erección. Al sentir la dureza de la verga de Esteban, mi esposa se puso de rodillas y dándole la espalda a Esteban, le ofreció el hermoso espectáculo de su culo ofreciéndose. 


El ano de mi mujer había quedado expuesto ante Esteban, él se acercó lo acarició, y con su propio pene, recogió parte del semen que brotaba de la vagina de mi esposa, tomo las caderas de mi esposa y de una fuerte estocada clavo su verga en el ano que se le ofrecía. 

Mi esposa al sentir la gruesa verga de Esteban dentro de ella comenzó a menear sus caderas en un movimiento hacia atrás y adelante logrando que el pene de Esteban tocara lo mas hondo de su recto. 

Los movimientos de ambos se hicieron cada vez mas rápidos y la verga de Esteban llegaba cada vez más profundo, y así Esteban derramo su semen dentro del culo de mi esposa quien contraía su ano aprisionando la verga de su amante quien descargaba su pasión en ella con cada embestida 

Tuvieron dos sesiones más de sexo anal. Mi esposa siempre había tenido un gusto por el, pero a raíz de que cogió con Esteban, el gusto por sentir una verga en su culo, se hizo mas intenso, sobre todo si es el pene de Esteban.

Al terminar Esteban la fue a dejar directamente a la casa. El no se bajó del taxi, pero se despidieron con gran beso

Pasaba de la media noche cuando mi esposa llego a casa. Los niños dormían, y yo esperaba en la cama. Ella se dirigió a la recamara en la que yo la esperaba con una gran erección de sólo imaginarme lo que había sucedido. Se detuvo en la puerta para observarme, yo posé su mirada sobre de ella y ambos estuvimos mirándonos por algunos segundos. “Como te fue”, pregunté; “Bien, contestó” ella mientras se quitaba la ropa y quedaba con su brasier y panty; “¿Solo bien? ¿Ahora no fue tan rico?” volví a preguntar y su respuesta fue abalanzarse sobre mí y darme dio un beso muy largo. 

Toda ella olía a sexo, mis manos hurgaron en su ano y vagina y obviamente había restos del semen que unos momentos antes, había depositado en ella su compañero de trabajo.

“Fue fabuloso” respondió; “solo que no sé cómo decírtelo”; “decirme que” le pregunté “¿Qué lo volverás a hacer” ella simplemente movió la cabeza asintiendo mientras se acomodaba montada sobre mi e introduciendo mi erecta verga en su vagina mientras me daba besaba frenéticamente? “Se la mamaste” le pregunte con una creciente morbosidad, ella se enderezó y comenzó a balancearse sobre mi muy rápido respondiendo con un movimiento de su cabeza negándolo. El semen que aún tenía en su vagina comenzó a salir volviéndose una espuma espesa por la fricción y mientras me cabalgaba me dijo: “Todo esto es muy emocionante, quiero seguir haciéndolo”. Sus palabras elevaron mi excitación, comencé a mover la pelvis tratando de alcanzar todos los rincones que el propio Esteban había tocado momentos antes. Ambos llegamos al orgasmo al mismo tiempo, mi semen comenzó a inundarla al mismo tiempo que su corrida comenzaba a emanar de su cuerpo mezclándose ambos fluidos con el semen de Esteban que rodeaba toda el área genital de mi esposa.

“¿Entonces lo vas a seguir viendo?” pregunté y ella riendo emocionada me contestó “Si, quiero tenerlos a los dos, esto es padrísimo”

Mi esposa había decidido tener un amante y yo…yo simplemente estaba de acuerdo.



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