001.- LA DECISION DE MI ESPOSA



Los labios de Esteban se posaban una y otra vez sobre los de mi esposa, los besos que ambos se prodigaban cada vez eran mas profundos, las manos de aquel hombre recorrían, sobre la ropa, el sinuoso cuerpo de la madre de mis hijos. Se detenían en sus senos y los apretujaban.

Había pasado más de tres meses desde la última vez que mi esposa y yo habíamos hecho el amor, mas por obligación que con ganas, nuestra relación era distante desde hace casi seis meses y aunque tratábamos de ser cordiales, normalmente terminábamos discutiendo.

Yo la seguía amando, y ella decía que también me amaba, pero la monotonía había entrado en nuestras vidas. Las obligaciones mutuas, el forzoso cuidado de nuestros hijos, habían venido mimando nuestra pasión.

Lejos habían pasado aquellos días en los que íbamos a bares swinger a ver si se daba una aventura, la cual jamás sucedió, pero el ver a parejas que cogían en la mesa de junto y estar en contacto con personas de un ambiente liberal, hacían que nuestras fantasías fluyeran. Lo mas que llegamos a hacer fue tener relaciones sexuales enfrente de la cámara computadora mientras chateábamos con algunas parejas. Era un grupo de mas o menos seis parejas que nos íbamos turnando para coger frente a la cámara. Actividad que llegábamos a realizar entre tres o cuatro veces a la semana.

Al retirarnos de ese ambiente, nuestra vida se volvió rutinaria, y aunque tratábamos de fantasear con lo vivido, nuestra vida sexual fue decayendo, hasta llegar al punto que nos volvimos mas unos conocidos que hacíamos vida en común.

Esteban, es un compañero de trabajo de mi esposa. Desde que ella llegó a la dependencia en la que labora, él comenzó a acosarla. Al principio muy sutil, piropos y pequeñas atenciones y algunas indirectas. Pero con el paso de los meses las indirectas se volvieron mas directas. Mi esposa lo rechazaba una y otra vez, pero no cejaba en su intento y seguía insistiéndole en tener una relación con ella. Obvio, él sabía que era casada e incluso me conocía a mis hijos y me conocía, aunque nunca nos hablamos y cuando mucho cruzamos un saludo.

Mi esposa le había contado de nuestros problemas, y le decía que aún me amaba y que no sabía que hacer para mejorar nuestra relación y Esteban vio en eso una oportunidad y decidió ir por todo, y le dijo a mi esposa que de plano ella le gustaba mucho, que tenía muchas ganas de besar sus labios y que además estaba obsesionado con sus nalgas, que no le iba a exigir una relación seria, que solo quería una relación basada en sexo, que no quería que se divorciara ni nada por el estilo, que no tenía por qué sacrificar su matrimonio, que solo quería coger con ella, primero para que ella se sintiera menos deprimida y se olvidara de sus problemas por un rato, pero además para hacerla sentir una verdadera mujer, le comentó que ella era muy atractiva y que no se le hacía justo que sólo se la cogiera un solo hombre, que ella era mucha hembra y que tenía que conocer otras vergas para que escogiera cual era la que mas la llenaba como mujer.

Dicho comentario caló en mi esposa. En realidad, yo había dejado de tener atenciones con ella, ya no le decía lo mucho que me gustaba. Oír las palabras de Esteban le levantaron el autoestima que ella sentía algo decaído.

A partir de ese día, Esteban se volvió mas atrevido. A cada rato le decía que cuando iban a coger, que ya era hora de que se decidiera, que le contestara rápido o de plano la iba a violar. Cuando se cruzaban en algún pasillo, el le daba una nalgada o de plano le acariciaba las nalgas o de plano se acercaba al escritorio de mi esposa, le tomaba la mano y la ponía sobre su pantalón para que sintiera la erección que estaba teniendo en ese momento: “Mira como me tienes” le decía “Y si está dura nomas de imaginarlo, como será cuando te la esté metiendo”. Mi esposa acariciaba el duro bulto que sentía a través del pantalón, tal vez imaginándose que sería sentir esa dura verga dentro de ella.

Algunas veces salían a almorzar y fue una de esas mañanas en la que Esteban seguía insistiendo a mi esposa para que aceptara su propuesta. ante la insistencia de Esteban, se besaron. La resistencia de mi mujer comenzaba a desquebrajarse. Finalmente ella aceptó que comenzaran una relación con la condición de que ella decidiría si tendrían relaciones sexuales. Esteban aceptó con la seguridad de que al final mi esposa sería para él. 


Comenzaron un romance en el que aprovechaban la estancia de ambos en una misma oficina, para irse a un lugar apartado y besarse y cachondearse. Al principio Esteban sólo la acariciaba por encima de la ropa, pero a los pocos días comenzó a meter sus manos por debajo de la ropa, acariciaba y pellizcaba sus pezones, bajaba ligeramente sus pantalones o subía la falda o vestido para acariciar sus nalgas y poder meterle los dedos en su vagina y ano. Mi esposa se excitaba, pero se sobreponía a la excitación y lo detenía. Quería sentirlo dentro de ella, pero aún no estaba segura de que fuera lo correcto.

Fue entonces cuando vino el cambio. Ella se comenzó a esmerar en su arreglo personal, se veía más hermosa que de costumbre, más alegre… y mas alejada de mí. Si de por si los besos y las caricias no eran muy frecuentes, de plano desaparecieron, comenzó a decirme que se quedaría en el trabajo más tiempo del normal, en realidad aprovechaban para ir a algún lugar en el que aprovechaban para seguir con su romance.


Por las tardes, cuando estaba en casa la veía hablar frecuentemente por teléfono, en la terraza de la casa o se encerraba en la recamará, solo oía como se reía al hablar. Por las noches, sólo escuchaba los tonos de los mensajes que le llegaban, la veía sonreír y contestarlos, con el tiempo me enteré que durante las llamadas y los mensajes el le decía cosas muy cachondas y calientes para convencerla de ir a coger.

Fueron tres meses de cachondeo y calentones. Finalmente, en uno de los tantos almuerzos que ellos aprovechaban, mi esposa aceptó tener relaciones con él.

Pero todo debía de ser planeado. Se supondría que yo no me enteraría, por lo que debía ser entre semana. En nuestra vida diaria, mi esposa recogía a los niños de la escuela y después yo pasaba por todos para irnos a casa, sólo cuando tenía trabajo extra yo pasaba por los niños y ella llegaba mas tarde.

Ambos pidieron permiso para faltar a su trabajo, como mi esposa tenía que ir a su trabajo, para que yo no sospechara nada, en cuanto yo la dejara se saldría de la oficina y se verían en un pequeño restaurante donde desayunarían y después se irían a un hotel, en donde estarían toda la mañana y saldrían a tiempo para que fuera por los niños a la escuela y yo pasara por todos. El plan perfecto, nada podría salir mal. Mis cuernos, estaban por nacer.


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