Esteban se acurrucó junto
a mi esposa y comenzó a acariciarle las piernas. Mi esposa comenzó a
acariciarle el cabello, mientras continuaba pensativa. El se levantó y quitó
las sabanas que los cubrían se acomodó de rodillas y comenzó as sobarle los
pies. Uno a uno recorrió sus dedos presionándolos suavemente para que ella se
relajara.
Al terminar de masajearlos comenzó a besarlos e igual, uno a uno se
introducía los dedos de los pies de mi esposa en su boca para chuparlos y lamerlos.
Cuando terminó, se acomodó entre las piernas de ella y comenzó a besarlas de
abajo para arriba, con lentitud, recorrió sus tobillos, pantorrillas, rodillas
hasta llegar a sus muslos. Mi esposa tuvo que abrir mas sus piernas para
permitir que la cabeza de Esteban se acomodara entre ellas y le pudiera seguir
dando besos y mordiscos en los muslos.
La cara de Esteban llegó
hasta la zona púbica cubierta por la breve panty que mi esposa llevaba puesta. Comenzó
a olerla y a chuparla abría la boca y exhalaba un aire cálido, que a través de
la prenda llegaba a la vulva de ella.
Mi esposa comenzó a
reaccionar. Sus pezones comenzaron a erectarse mientras Esteban seguía
encendiéndola con sus caricias. El siguió el camino hacia arriba hasta
encontrase con las tetas de mi mujer. Las acarició y besó con mucha delicadeza
mordiendo sus ya duros pezones. Su boca y lengua siguió su acenso por el cuello
de mi esposa hasta llegar a su boca y ahí se prendaron en un largo beso.
Ambos se acomodaron y él
sin quitarse los bóxer sacó su larga verga y haciendo a un lado la panty de mi
esposa, le penetró profundamente, iniciando sus movimientos copulatorios. En
ningún momento dejaron de besarse, ella lo abrazaba incluso rodeándolo con sus
piernas abiertas, atrayéndolo fuertemente mientras él hacía cada vez más rápido
sus penetraciones
ocasionándole varios orgasmos a mí esposa, hasta que el estallido de pasión
llegó y Esteban volvió a inundar la vagina de mi esposa con su cálido y espeso semen.
Aún y cuando terminaron, se siguieron besando durante un largo rato.
El resto de la noche la
pasaron como la anterior, cogiendo hasta muy entrada la madrugada, en esta
ocasión no hubo penetraciones anales. Esteban se mostró como un romántico y
solo la cogió por la vagina, eso sí, muchas veces. Su aguante era sorprendente,
sobre todo si tomamos en cuenta que la noche anterior habían cogido en varias
ocasiones e incluso ese día por la mañana.
A la mañana siguiente mi esposa
despertó casi al medio día. Esteban estaba sentado en el borde de la cama y
volteaba de vez en cuando para mirarla mientras le sonreía. Esta ocasión él se
metió a bañar primero. Mi esposa espero un rato
en lo que sabía que el se afeitaría o hacía cosas propias de su higiene,
mientras tomo su teléfono y me mandó un mensaje “Ya lo convencí para que
estemos los tres juntos”. Enseguida caminó desnuda por la habitación y entró al
baño.
Esteban estaba ya en la
ducha. Mi esposa se acercó y corrió el cancel y entró con él. Se colocó a su
espalda y lo abrazó. Tomó con una de sus manos la verga de esteban y comenzó a
acariciarla hasta que estuvo totalmente erecta. Ella se volteó y se apoyó en la
pared y separó ligeramente sus piernas, mientras Esteban por atrás penetraba su
ya hinchada vagina. Con movimientos rápidos cogieron durante largo rato
mientras el agua caliente caía por sus cuerpos, hasta que finalmente Esteban
eyaculo dentro de mi esposa, una vez más.
Cuando terminaron de
bañarse, mi esposa le dijo a Esteban, en un rato salgo, debo depilarme y
Esteban le dijo, “Déjame ayudarte”. Mi esposa sonrió y asintió con la cabeza y
salieron del baño con los implementos para depilación.
Mi esposa se acomodó de
espaldas encima de las almohadas y abriendo las piernas para que Esteban le
pusiera la crema depiladora delineado la breve línea de vello que en se tiempo
usaba. Mi esposa no paraba de sonreír y Esteban le preguntó “¿De qué te ríes?”
y ella le contó que la primera vez que habían ido a coger, yo la había
depilado, Esteban se sonrió y le dijo “Ya vez, la historia se repite”.
Una vez que terminaron,
ella se enjuagó el área depilada y al regresar a la cama, el se arrodilló
frente a ella abriendo sus piernas y comenzó nuevamente a besarle la vulva. Estuvo largo rato
sintiendo la suavidad de la piel recién depilada y lo aterciopelado del vello
recién recortado. Su lengua volvió a recorrer los labio vaginales de mi esposa,
nuevamente se posó sobre el clítoris extremadamente sensible y no paró hasta
que los gritos que mi esposa dejó escapar anunciaron un orgasmo mas en la ya
muy larga fila de los que había tenido ese fin de semana.
Como si no hubiera tenido
suficiente, el se puso de pie y tomó las piernas de mi esposa por los tobillos,
las acomodó sobre sus hombros y dirigió su largo miembro a la entrada vaginal
de mi esposa, que asombrada lo no opuso resistencia a la invasión de la que
sería objeto y se preparó a recibir el enorme pene de su amante en su vagina húmeda
por las caricias recibidas. Por enésima vez, Esteban penetro a mi esposa, su pene nuevamente hizo estremecer
el cuerpo de mi mujer con cada una de sus embestidas. Mi esposa solo cerraba
los ojos al sentir las penetraciones y de vez en cuando dejaba escapar un
gemido denotando el placer que estaba sintiendo al recibir en su interior la
verga de su amante.
Mientras se la cogía, las
manos de Esteban se entretenían acariciando sus tetas y casi al final una de
ellas bajó hasta su clítoris, y así, mientras la penetraba con su potente
ariete, sus dedos manipularon hábilmente el botón de placer de mi esposa,
logrando que alcanzara hasta en dos o
tres ocasiones potentes orgasmos.
Ella había perdido la cuenta de los orgasmos
que aquel hombre le había ocasionado. Ni siquiera en nuestra luna de miel, 23
años atrás, mi esposa no había cogido tanto en tan pocos días y su cuerpo se
había estremecido con la intensidad que en ese fin de semana.
Finalmente, el eyaculo
dentro de ella, a pesar de la infinidad de veces que lo había hecho durante
esos días. Su eyaculación fue abundante, tal vez no tanto como al principio, pero
si lo suficiente para que mi esposa se sintiera inundada con el tibio y espeso
líquido.
Esteban se quedó inmóvil
y dejó su verga dentro del cuerpo de mi esposa por un largo rato para que su
semen no se saliera de la vagina. “Llévale un recuerdito a tu esposo” dijo
Esteban en tono de burla y mi esposa nada más sonrió.
Ambos se vistieron y
salieron del hotel como entraron, tomados de la mano. Salieron a comer,
platicaron de diversas cosas, todavía pasearon un rato, y como si fueran novios
adolescentes, de vez en cuando se detenían para darse largos y apasionados
besos.
Llegó la tarde y finalmente
él se ofreció llevarla de vuelta a casa. Cuando llegaron, alcancé a ver como
bajaban del taxi, exactamente enfrente de nuestra entrada. Rápidamente salí a recibirlos.
Durante los días que
ellos permanecieron juntos, mi mente se atiborró de imágenes inventadas, las
cuales se sucedían una y otra vez, tratando de adivinar lo que estaban
haciendo. El pene me dolía de las muchas veces que me había masturbado imaginando
cuantas veces habrían cogido y la forma en que lo hubieran hecho, incluso mis
últimas eyaculaciones eran casi secas de todo el semen que había estado
arrojando durante los tres días que mi esposa estuvo con Esteban.
Mi excitación creció al
máximo cuando recibí el mensaje de mi esposa diciéndome que Esteban había
aceptado que estuviera yo con ellos. Mil fantasías comenzaron a inundar mi
mente. Las escenas imaginándome yo en una habitación, viendo como Esteban se
cogía a mi esposa se sucedían una tras otras.
Al verlos llegar, mi
corazón comenzó a latir muy acelerado, la emoción de ver a mi esposa con otro
hombre, sabiendo que habían pasado tres días cogiendo con él, era intensa. Mi
ansiedad por recibirla crecía a cada instante. Yo sabía que, a partir de ese
fin de semana, ya nada sería igual. Ya quería oír su historia, quería hacerle
mil preguntas y que ella me las contestara y, sobre todo, quería tenerla junto
a mí; quería olerla, acariciarla, sentirla. Después de veintitrés años de
casados en los que yo había sido el único hombre en su vida, quería ver como
había cambiado mi esposa después de entregarse sin reservas a otro hombre, en
resumen, quería conocer a mi nueva esposa.
Abrí la puerta y me quedé
parado en el marco observando como ambos descendían del taxi. Mi esposa se
quedó sorprendida cuando me vio salir. Esteban le pidió al taxista que lo
esperara y al voltearse, me vio parado frente a la puerta esperándolos. Tomó a
mi esposa por la cintura y ambos se acercaron a mí.
Al llegar a la puerta,
saludé a mi esposa con un beso en la boca y después extendí mi mano a Esteban.
“Hola como les fue” pregunté, mi esposa se quedó callada y sólo sonrió mientras
que Esteban tomó mi mano y la apretó fuertemente y dijo “Muy bien, tienes una
gran esposa” yo asentí sonriendo y le dije: “Si, es una gran mujer, la admiro
por valiente y decidida, y la amo porque comparte muchas de mis ideas” Esteban
sonrió y me soltó la mano. “Bueno, los dejo para que se despidan” dije y entré
a la casa.
Ellos se quedaron solos
en la entrada, Esteban le dijo a mi esposa “Fue un excelente fin de semana,
nunca lo voy a olvidar”, la quiso abrazar, pero mi esposa le dijo “Espera, aquí
no, están mis hijos y nos pueden ver”, por lo que Esteban tomó sus manos y
plantó un beso en su mejilla. “Yo también lo pasé muy bien” dijo mi esposa,
“Nunca voy a olvidar estos días, he descubierto cosas que estaban muy
escondidas dentro de mí, y mi vida va a ser muy diferente desde ahora gracias a
ti.” Ahora fue ella la que tomó las manos de Esteban se acercó y le plantó un
beso en la boca. Esteban la soltó poco a poco y se fue retirando de espaldas, subió
al taxi que lo esperaba y se retiró.
Mi esposa entró a la
casa, saludó a mis hijos y se dirigió a la recamara en donde yo la esperaba. La recibí con besos y
abrazos tratando de aspirar algo en ella. Imposible, me dijo que esa vez si se
había bañado, aunque me dijo, “pero te traje un pastelito” y se bajó los
pantalones y panty y tomo mi mano
para ponerla en su vagina, al insertar mis dedos estos descubrieron el semen
que Esteban le había arrojado antes de salir del hotel.
Tome con mis manos el
semen y lo lleve a mi nariz, habían pasado muchas horas desde que Esteban lo
había depositado, y había perdido el olor característico del semen, pero aún
olía a hombre. El sudor, el olor propio de la flora bacteriana de la vagina de
mi esposa, se había combinado con el del esperma que salía de ella, y había
creado un aroma fuerte, pero excitante.
Sin dudarlo, volví a
meter mis dedos en ella y al sacarlos, los llevé a la boca, quería tener el
sabor de mi esposa después de haber sido cogida por otro hombre.
Durante la tarde, comenzó
a platicarme su historia, no omitió detalles. Me contó todas o casi todas las
veces que Esteban se la cogió, estaba impresionada por su resistencia. Cuantas
veces le hizo el a ella sexo oral. En ese momento, lance la pregunta que me
taladraba: “¿Se la mamaste”. Ella sonrió e hizo una pausa que me pareció
eterna. Finalmente me contestó “No, ya te dije que eso lo tengo reservado para
nosotros. Sólo a ti te haré sexo oral, pero si me gustó que el me lo hiciera”.
Me alegré por su
respuesta, pero a la vez, quedé un poco decepcionado, hubiera querido que mi
esposa se convirtiera en una puta profesional, pero había reservado algo que
sería solo nuestro.
Con sus relatos, mi verga
se iba poniendo cada vez más dura, mientras acariciaba su ano dilatado y su
vulva roja e inflamada de tanto coger. Conforme me iba platicando, y me
masturbaba junto a ella mi excitación creció a tal modo, que de inmediato quise
penetrarla. Ella me pidió que lo hiciera muy despacio, su vagina estaba muy
irritada y adolorida y su ano aunque dilatado, también estaba adolorido de las
veces que Esteban la penetró. Mi excitación era tal, que eyaculé muy pronto y
descargué mi semen en su vientre y en su pecho, ella inmediatamente lo esparcía
por todo su cuerpo, al verlo, comencé a lamer y besar el cuerpo embarrado con
mi propio semen.
Fue en ese inter cuando
le pregunté “¿Entonces si voy a poder estar con Ustedes?” y ella respondió
afirmativamente mientras me miraba fijamente a los ojos. Yo me acerqué y
comencé a besarla. Mi excitación estaba desbordada y seguí masturbándome
mientras la besaba.
El cansancio y las
desveladas hicieron que ella se quedara dormida. Yo me quedé observándola, era
tan bella, y parecía que desde que había decidido tener un amante, su belleza
se había acentuado.
A la mañana siguiente,
había que volver al trabajo. Ambos se encontraron muy temprano en la oficina.
Sin pensarlo y sin importarles que los observaran, se saludaron con un largo
beso en la boca.
A partir de ese día, los
rumores de su romance se confirmaron y dejó de ser un secreto a voces que
Esteban y mi esposa eran amantes, ahora, al verlos besarse de esa manera, a
nadie le quedó duda de que mi esposa me era infiel, lo que no sabían, es que yo
estaba enterado y sobre todo, que estaba de acuerdo con ellos.
ERA UN AUTENTICO, CORNUDO
CONSENTIDO.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario