016.- EL LOCO PLACER DE MIRARLA


Mientras yo despojaba a mi esposa de su ropa, Esteban, su amante la esperaba en la cama. Lentamente, él también se iba despojando de su ropa hasta quedar en calzoncillos. Mientras él y mi esposa se iban desnudando, me lanzaba breves miradas, como tratando de adivinar mis pensamientos.

Yo observaba a mi mujer desnuda delante no sólo mío, sino de aquel hombre. Estaba consciente de que ya lo había hecho muchas veces, sabía muy bien que ella se había entregado por completo a Esteban y que él se la había cogido ya muchísimas veces, pero ahora, estar ahí, observando como los dos se iban preparando para tener sexo delante mío, hacían que yo no dejara de sudar nervioso, excitado y …celoso.

Una vez que mi esposa quedó totalmente desnuda delante de los dos, Esteban se acercó y la abrazó por la espalda. Ella se sobresaltó un poco al sentir el cuerpo desnudo junto a ella. La verga de Esteban, a través del boxer, se adivinaba que era una verga enorme, gruesa y larga. Al abrazar a mi esposa, ese enorme instrumento quedó pegado a las nalgas desnudas de mi esposa.
S

Sus manos aprisionaron los senos de mi esposa, mientras besaba su cuello y el lóbulo de sus orejas. Ella cerro los ojos y de vez en cuando dejaba escapar pequeños suspiros. Las manos de Esteban recorrían en su totalidad el cuerpo de mi esposa, quien se arqueaba para hacer mas estrecho el abrazo y sentir con mas plenitud la verga de Esteban que se restregaba en sus nalgas.

Los dedos de Esteban comenzaron a hurgar en la vagina de mi Esposa, quien al sentir como entraban lanzó una fuerte exclamación de placer. Comenzó a meter y a sacar sus dedos de la vagina hasta que le provocó a mi esposa su primer orgasmo delante de mí.

Ver como otro hombre besaba a mi esposa y acariciaba su vagina, nuevamente despertó sentimientos encontrados en mi. Un Dolorcito comenzó a recorrer mi espina dorsal y al llegar a la nuca hacía que mis cabellos se erizaran. Mi verga estaba tan tiesa que me dolía. Yo me sentía paralizado observando como mientras Esteban introducía sus dedos en la vagina de mi esposa, ella tomaba la verga de Esteban en sus manos y la acariciaba. Mi excitación era total, pero no me atrevía a desnudarme, ni siquiera a tocarme el pene a pesar del dolor que la erección tan fuerte me ocasionaba.

Esteban comenzó a acariciar el clítoris de mi esposa para hacer el orgasmo mas intenso. El cuerpo de mi esposa pedía con sus movimientos, que Esteban la penetrara. El la condujo a la cama y ahí la acomodó en cuatro puntos y se quitó los calzoncillos. Al sentirse en esa posición, mi esposa elevó sus nalgas para que su vagina quedara expuesta. La visión era abrumadora. Mi esposa estaba ofreciéndose a aquel hombre. La forma en que se acomodó era una suplica para que la penetrara de inmediato.

Sin siquiera sacarme la verga, comencé a eyacular al ver a mi esposa dispuesta a que Esteban la penetrara. Mi ropa quedó manchada de semen al solo imaginar lo que vería.

A Esteban no le importó que estuviera frente a ellos. Se acomodó por detrás de mí esposa y ensartó su larga verga en la vagina de mi mujer.

Una descarga eléctrica recorrió mí cuerpo. Seguí eyaculando con la verga dentro de mi pantalón, La mezcla de celos y excitación me producía un copioso sudor que recorría todo mi cuerpo. Me sentía caliente, hirviendo, apretaba los puños con mucha fuerza, como queriendo contenerme de hacer algo, pero no sabía que. Mis ojos no se apartaban de la escena y azorado veía como la enorme verga de Esteban penetraba la estrecha pero muy húmeda vagina de mi esposa. Era imposible que le cupiera y sobre todo que ella no hubiera emitido una queja y si por en cambio lanzaba suspiros y grititos de placer.


Mi esposa no dejaba de mirarme mientras la verga de su amante entraba y salía de su cuerpo ocasionándole múltiples orgasmos. Era aturdidor ver como la verga de Esteban entraba y salía del cuerpo de mi esposa mientras ella gritaba de placer. Esteban penetró una y otra vez el cuerpo de mi esposa con su larga verga y la propia excitación del momento hizo que terminara en corto tiempo. Eyaculo dentro de ella y el semen comenzó a brotar de su cuerpo tembloroso por lo que acababa de recibir.

Esteban sacó su verga del cuerpo de mi esposa y de inmediato, de su vagina comenzó a brotar el semen que había depositado en ella. Yo seguía mirando su vagina inundada sin poder apartar mi mirada de esa parte de su cuerpo.



Mi esposa se volteó y quedó tendida de espaldas, con una pierna levantada que permitía seguir observando su concha recién cogida. Esteban se acercó a ella y comenzó a besarla. Se abrazaron sin importar que yo los observara. Durante mucho rato siguieron abrasándose y besándose hasta que Esteban se acomodó encima de ella, que abrió sus piernas para recibir el cuerpo de su amante.

Sin siquiera ocupar las manos, la verga de Esteban encontró el camino a la inundada vagina de mi esposa y de un solo movimiento la penetró fuertemente, tocando lo más profundo de su cuerpo. Inmediatamente comenzó con un movimiento de entrada y salida, mientras se seguían besando. Mi esposa abrazaba fuertemente a Esteban y lanzaba su cuerpo hacía arriba intentando sentir aún mas profundas las estocadas que aquel enorme miembro le lanzaba. Cuando separaban sus labios, mi esposa lanzaba quejidos de placer que llegaban a mis oídos y se quedaban grabados como en piedra en mi cerebro.


En esta ocasión Esteban duró mucho tiempo más. Sus movimientos y caricias ocasionaran diversos orgasmos en mi esposa, quien, al sentirlos, se retorcía y emitía gritos cada vez más fuertes. Esteban terminó otras dos veces dentro del cuerpo de mi mujer, sin dejarla de coger un solo instante, lo que provocó que la vagina de mi esposa comenzara a enrojecerse y a hincharse del uso que le estaba dando aquel hombre.

Cuando terminaron, Simplemente se dejó caer al lado de mi esposa y siguieron besándose ignorándome por completo.

En ese momento me levanté y me dirigí al baño. Ahí comencé a ver en mi mente todas y cada una de las escenas que acababa de presenciar. Saqué mi pene lleno del semen que involuntariamente había emitido y comencé a masturbarme. Eyacule rápidamente, y sin dejar de recordar lo que había visto seguí masturbándome, sin importarme el dolor que me ocasionaba la enorme erección que tenía. En total me masturbe tres veces.


Al salir del baño, mi esposa y Esteban se me quedaron viendo y juntos dejaron escapar una leve sonrisa. Yo me dirigí al sillón y pretendí que no los veía, pero en realidad yo los observaba con el rabillo del ojo.

Platicaban de cosas y de vez en cuando se besaban. Hacían de cuenta que yo no estuviera presente. En un momento dado, los besos se hicieron mas frecuentes, el comenzó a acariciar sus tetas, y sus nalgas, las apretaba con mucha fuerza sin dejar de besarla en la boca, en el cuello y en los pezones.

Mi esposa se giró dando la espalda a Esteban y quedando frente a mí, acostada de lado, nuestras miradas se encontraron por un momento y ella me dirigió una sonrisa. Esteban se acomodó detrás de ella a ella y con su pene, tomo semen de la vagina de mi esposa y lo embarró en su ano. Yo me quedé petrificado. Sabía lo que estaba a punto de suceder.


Esteban tomo su enorme pene con una de sus manos y lo dirigió a la entrada del culo de mi mujer y muy lentamente comenzó a penetrarlo. Ella cerró los ojos para concentrarse en recibirlo. Con una lentitud pasmosa, enterró su enorme verga en el apretado culo de mi mujer. Al sentir la larga verga en su culo, casi en automático, mi esposa tuvo un orgasmo. Mientras la iba penetrando. Esteban no dejaba de acariciar sus tetas y de besarla en la boca y en el cuello.

Mi esposa no dejaba de mirarme, de vez en vez, cerraba los ojos y dejaba escapar un gemido al sentir como su ano se dilataba para recibir el enorme miembro que la invadía. Yo tampoco dejaba de mirarla. Con estupor veía como ella hacía muecas y oía sus gemidas en la medida que la enorme verga se abría paso hacia sus entrañas.

Cuando la verga de Esteban se introdujo en su totalidad, comenzó un movimiento lento y rítmico que poco a poco se hacía más rápido. Después de un rato, la verga de Esteban entraba y salía del culo de mi esposa con gran rapidez y de vez en cuando le daba una estocada intensa y profunda que le llegaba hasta lo más hondo de su recto, provocándole orgasmos en serie.

Esteban eyaculo en el ano de mi esposa, pero no sacó su verga, más bien siguió cogiéndosela. Después de un rato. Salió del cuerpo de mi esposa y se puso de rodillas. Ella, sin esperar siquiera alguna indicación también se arrodillo y se apoyó en sus brazos, mirándome de frente y ofreciéndole su ya profanado culo al hombre que estaba detrás de ella. Mi esposa me miraba fijamente, seria, sabía que ese momento era demasiado fuerte, para mí.


Esteban la tomó de las caderas y ensartó de nueva cuenta su verga en el culo de mi mujer,esta vez de una manera rápida y profunda.


Mientras lo hacía Esteban me dirigió una mirada. Nos quedamos viendo por un rato, en la que él, dos veces, bajó la mirada al culo ensartado de mi esposa y volvía a verme. Su mensaje corporal era claro. El era el dueño absoluto de mi mujer en esos momentos.

Sin embargo, la visión de Esteban penetrando a mi esposa era más que excitante. Ver la verga de otro en el culo de mi esposa me provocaba un sentimiento indescriptible. Varias veces mas tuve que ir al baño a masturbarme, ya que no quería hacerlo delante de ellos.

Mi esposa ya no se contuvo, gritaba y gemía a cada embestida de Esteban, hasta que él comenzó a tener espasmos comenzó a gemir, después de un rato, arrojó una gran cantidad de semen dentro del culo de mi esposa, quien, con gritos de placer, contraía su ano, recibiendo cada descarga del esperma de aquel hombre.


Esteban se levantó de la cama y se quedó de pie mirando triunfante a mi esposa quien rendida se dejó caer boca abajo sobre la cama, mientras yo los observaba desde mi sillón.

Después de dar dos o tres vueltas a la habitación, buscando recobrar el aliento, Esteban se recostó a un lado de mi esposa, ý se comenzaron a besar. Ella se acurrucaba entre sus brazos, mientras acariciaba el flácido pene de su amante. De repente platicaban algo, se reían, pero ella no dejaba de acariciar la verga que unos minutos antes había tenido en el culo. Nuevamente pareciera que me ignoraban. Las manos de mi esposa estaban llenas del semen que el enorme miembro tenia al salir del cuerpo de ella.


Por un momento pensé que todo había terminado, pero las sorpresas iban a seguir. Mi esposa había reservado lo mejor para el final.

1 comentario:

  1. Wow, que relato tan cachondo e intimo con los detalles y sentimientos mezclados, gracias por compartir, un enfoque a tomar en cuenta por los que nos interesa tener a una Hotwife en casa

    ResponderBorrar